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AVISO: capítulo con contenido sexual

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AVISO: capítulo con contenido sexual. Disfrutad 😉😉


-Pronto tendremos que ir a Seattle. Ver qué ocurre con esos vampiros. –anunció Alice. 

Adara suspiró mientras su mano se deslizaba de manera distraída por la espalda de la vampira. Ambas estaban acurrucadas en la cama de la pelirroja. Habían dejado de ir a la reserva tanto ella como Bella pero los lobos seguían vigilando su casa en noches alternas. Esa noche le tocaba a la vampira y ella la había invitado a su habitación, aprovechando que estaba sola.

-¿Cuándo?

-Después de la graduación.

Quedaban tres días para la graduación y para la fiesta de su cumpleaños, el cual era el mismo día. Los asesinatos y desapariciones que ocurrían en Seattle llenaban las noticias cada día. Algunos hablaban de un asesino en serie pero ellos sabían lo que eran, neófitos, vampiros recién convertidos en la cúspide de su salvajismo.

-No me gusta que os pongáis en peligro. –inconscientemente apretó más contra sí a Alice. El cuerpo de la vampira, que parecía tallado en piedra, se amoldaba perfectamente al suyo. Sus piernas estaban enredadas y sus manos unidas. Podía sentir el aliento de Alice en su cuello y nunca se había sentido tan en paz con el mundo. Salvo cuando la realidad se imponía.

-No podemos atraer la atención de los Vulturis. –Alice se llevó la mano de Adara a los labios, dejando un suave beso sobre sus nudillos. –Estaremos bien, Jasper es experto en la lucha contra neófitos y los demás también somos buenos.

-Pequeña pero matona, eh. –intentó bromear la pelirroja para aliviar la tensión que se había apoderado de ella.

Alice se alzó sobre el codo para observarla y asintió con una sonrisita formándose en sus labios antes de acercase a su rostro.

-La gente me suele subestimar. –murmuró, su aliento frío acariciando los labios de la pelirroja.

-Yo no lo hago, en absoluto.

La sonrisa de su novia la deslumbró durante un segundo antes de que la besara. Los besos de Alice eran capaces de borrar todo lo negativo que había en su mente. Ya no existía Victoria, ni el vampiro desconocido, ni el potencial peligro de los neófitos de Seattle. Sólo estaba ella y el cuerpo de su compañera que se colocaba sobre el suyo.

Ambas habían querido ir poco a poco, conocerse la una a la otra. Alice tenía miedo de su fuerza y Adara de su inexperiencia pero cuando sus pieles se rozaban, cuando la vampira deslizaba los labios por su cuello hasta llegar al punto exacto justo debajo de la oreja que la hacía jadear, también olvidaba ese miedo.

Las manos más cálidas se colaron bajo la fina blusa, acariciando la piel marmórea. Su mirada encontró la dorada y ésta asintió ante su duda muda, alzándose para poder quitarse la prenda, que cayó con gracia al suelo.

Compañera. | Alice Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora