XI. Insensato.

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Si antes me sentía desconectada de las personas, ahora me siento el doble de apática.
Es sencillo, no quiero ni pienso interactuar con nadie a menos que sea muy necesario.
¿Tiene que ver con lo que sucedió hace unas semanas con Ian? Posiblemente, no tengo manera de comprobarlo o refutarlo, pero sé que no quiero estar cerca de nadie distinto a Beck hoy. 
Los primeros días después de ello pasaron com bastante cotidianidad pero al pasar las semanas ya no me siento cómoda con Ian, como si supiera que pensaba en él, en este instante aparece y jamás lo quise tan lejos de mí. Con el paso de los días me siento más gruñona para con la gente pero Ian es un caso aparte, creo que lo odio y no, no se portó mal conmigo, no hizo nada indebido, de hecho estuvo parcialmente bien para el poco tiempo que tuvimos, fue medianamente placentero pero lo quiero lo más lejos posible de mí, ¿por qué? Ni siquiera yo lo sé, pero siento rechazo por él. 

Me preparo para mi turno y mientras ajusto mi cofia aparece:

— Hola. —intenta darme un beso en la mejilla y toca mi vientre con su mano, pero al sentirme incómoda lo alejo de mí.
— Diga.
— ¿Está todo bien?
— No lo sé, ¿lo está?
— ¿Sí?
— Enigma resuelto.

Es obvio que notó mi actitud y no se atreve a decir o hacer algo más, sonríe y se va por donde llegó, ¿esperaba una segunda vez? 
Como te dije antes, las personas son oportunistas.
Me alejo de esa habitación y empiezo las rondas, pero a la mitad de la primera me encuentra y me detiene:

— Oye, sé que tú mejor que nadie sabe ser franca, quiero que lo seas conmigo. ¿Por qué te estás alejando de mí tan de repente? ¿Tan malo fue?
— No, Ian. Sólo no quiero estar cerca tuyo, ni siquiera yo sé por qué.
— Eso suena como una excusa para no decirme lo que de verdad piensas. Ya han pasado un par de semanas.
— No se trata de ti. 
— Pero me llevas en el proceso, además quiero saber si ya te hiciste una prueba de embarazo —asevera con firmeza.  
— Las cosas no se dieron como debían darse. —ignoro el resto de su comentario. 
— ¿Según quién?
— Mira, tu lo que quieres es tener más oportunidades conmigo, buscas desestrés, no es que realmente me quieras cerca, quieres nuevamente lo que te ofrecí y nada más, y es válido, pero no estoy dispuesta a hacerlo, no quiero llevar a un hombre a casa si no está dispuesto a quedarse y tu y yo sabemos perfectamente que esto solo fue un momento, un instante y ya, nada serio, sin formalismos. Además yo no quiero ni necesito de alguien que me acompañe, mi soledad y yo nos entendemos muy bien, Beck está bien conmigo. No te conozco, no me veo contigo, disculpa, no quiero darte ideas de que nos volveremos a acostar ni hacerte pensar que te quiero amarrar a mí y a mi catastrófica vida.
No soy para ti, no puedo ofrecerte nada distinto a problemas y angustias, no sólo a ti, esto es lo único que le puedo ofrecer a cualquier persona, por eso me ves tan alejada de todos. —«Debo ser menos brusca»— Te lo dije, no serás padrastro. —ambos reímos por el final extraño de la oración.
— Gracias por la honestidad. —dice con media sonrisa, parece más bien desilusionado.  
— Disculpa si cambié algún plan.
— No realmente.
— Por ahora no te quiero cerca.
— ¿Es definitivo?
— ¿Te molesta sí te busco cuando las cosas cambien? Para retomar la interacción que solíamos tener antes de esto.
— Me parece bien. Esperaré por ti. 
— Sin dobles intenciones. 
— Sí. 
— Gracias. 

Las cosas han sido claras, él se retira y con un peso menos sobre mí procedo a hacer mi trabajo cotidiano. 
Hubo demasiadas personas, es una lástima que haya tantos accidentes, muchos provocados por negligencia, otros por haber estado en el lugar equivocado y con las personas equivocadas. 

Este día acabó conmigo. 
No salí a comer, sino que me quedé en un cuarto vacío para poder dormir y obviamente no fue suficiente para descansar. 
Con más agotamiento del regular llegué a casa luego de tomar un taxi y levanté a mi hijo:

Sobreviviendo al olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora