XII. Incoherencias de la vida.

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— ¡Yo no dije nada! —su voz me hace creer que está siendo honesto pero ya no confío en nadie— Hasta pensé que lo habías hecho tú, lo cual no tendría nada de coherencia conforme a tu comportamiento. 
— No hay alternativas, fuiste tú. 
— No fui yo. Hablo en serio. 
— ¿Entonces cómo lo saben? 
— ¡No tengo idea!
— Mira, niño listo, si ya te hostigaban ahora será peor porque no pudiste mantenerte callado. —presiono su clavícula usando mi dedo índice.
— ¿Cuántas veces debo decirte que no les dije nada?
—  ¿Entonces cómo lo saben?
— ¿Has pensado en la enorme cantidad de cámaras que hay en este lugar?
— ¿Crees que nos hayan grabado? —de repente dudo de mi estabilidad mental al pensar en esa posibilidad, si eso pasó estoy acabada. Una sensación de frío me recorre el cuerpo.
— Con mucha suerte, no. Pero quizá si nos vieron entrar, que es lo que creo y tengo esperanza de que sea así. 
— Sabía que no era buena idea ceder. —mis manos cubren mis ojos.
— Mira, el problema no fue exactamente ceder.
— Sí lo fue, Ian, y estaremos en boca de toda esta gente fastidiosa hasta que olviden el tema o suceda algo más relevante en su escala de chismes. 
— Esto no fue mi culpa, pero lamento que estemos en esta situación.
— Créeme que yo lo lamento mucho más de lo que algún día podrías arrepentirte tú.
— Oye, entonces a todo esto, ¿podremos hablar normal eventualmente, como dijimos antes?
— No y por favor, ya no preguntes cosas obvias. 

Desde ese momento el tiempo se deslizó tan lentamente que me sentí muy agobiada. No es nada sencillo ser la colación de tema cada que te ven pasar, que comiencen los murmullos y miradas indiscretas, poco falta para que también les cuenten a todos los pacientes. Odio a estas personas por lo que son y por la manera en que se comportan como si nunca hubieran salido de la secundaria, se supone que todos son profesionistas, aunque claro está que de profesionales no tienen nada. 

Salí a comer y por primera vez no viene Ian a hacerme compañía. Una parte de mí siente el respeto que me ofrece, otra me repite que no me importa y que esto es lo mínimo que debía hacer. 

Afortunadamente estos chismes duran unas horas. Sí se propagan durante semanas, pero por algunas horas cada día y ese tiempo se cumplió por hoy.
Esa es mi única esperanza, quedar en el olvido respecto a ese asunto. 
Creo que lo más apropiado es no volver a bajar la guardia, las personas de aquí sólo son interesadas y oportunistas, nada más. No vale la pena involucrarse con nadie de aquí, mucho menos con alguien fuera de aquí.

Casi como un milagro el turno terminó y es momento de volver aburrida mi vida secular.
Guardo mis cosas sintiendo miradas encima al salir. 
Suelto mi cabello, hoy fue más agitado que cualquier otro día y no por la carga física, sino la mental. 
Mi estómago gruñe, por extraño que sea tengo hambre, debo llegar a casa pronto.

Otro día horrible. Otra mañana donde llevo a clases a mi hijo y voy a casa a dormir y preparar algo de comida para más tarde.
Siento agotamiento y no sé si pueda sobrevivir mucho tiempo de esta manera, mi cuerpo ya no tiene el rendimiento que solía tener. 
Otra vez ya es hora de recoger a Beck, ¿esto puede llamarse vida? 
¿En qué momento podré cambiar esto? 
Dicen que la vida cambia de un momento a otro pero yo siento que estoy viviendo en un eterno bucle de esta miseria, lo único que me hace saber que el tiempo está avanzando es ver crecer a mi hijo, claro, si a esto se le puede llamar "ver", porque comparto muy poco tiempo con él. 
Empiezo a dudar si seré capaz de ofrecerle algo mejor a mi hijo al pasar los años. 
¿Cómo podría obtener un cambio de vida? Necesito uno pero ni siquiera puedo definir que es lo que quiero. 
El clima no ayuda, ha estado lloviendo todo el día y la brisa sobre mis piernas a causa de la falda del uniforme no me agrada en nada, no quiero resfriarme. 

Beck y yo caminamos hacia casa, mientras me cuenta detalles de su día. No digo que son irrelevantes, pero sé qué entiendes a qué me refiero. 

Y como si no fuera suficiente, veo a Byul aparecer de frente, ahora tengo que encontrarme a esta mujer idiota.
Intento evadirla, pero como siempre hace desde que nos encontramos, busca la manera de acercarse y lamentablemente lo logra. 
Ya he tenido suficiente de todo esto, ya no me sentaré a esperar que mi vida cambie, la haré cambiar comenzando por ella.

Sobreviviendo al olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora