Sobreviviendo al olvido

XIX. Hilar de una vida.

Demasiado adolorida como para dejarlo pasar e ignorarlo. Demasiado abandonada como para poder hallar consuelo a través de las palabras o el hombro de alguien más. 
Demasiado obstinada como para buscar ayuda.  
Demasiado turbada como para pensar en algo diferente.

Los agentes insistieron en llevarme al hospital pero me negué todas las veces que pude. No estoy loca, solo me quedé ensimismada, no duden de mi capacidad mental, estoy bien. 
Me dieron primeros auxilios y me llevaron lejos de la escena. Supongo que a menos que vuelva a ser sospechosa me llamarán. 
Como quiera, debo cambiar de número.

Al llegar a casa Beck se sorprendió de verme con el cabello húmedo y sacudido. 
Conversé poco con él y tomé una ducha, luego puse mi teléfono en ese polvo absorbente de agua. La manera tradicional era en arroz, actualmente hay muchos productos que extraen la humedad de dispositivos electrónicos, se tuvo que hacer por los desastres naturales que constantemente azotan al mundo. 

No tenía mente ni energía para salir de casa otra vez, así que le puse una película a Beck, una triste, porque sabía que iba a continuar llorando a lo largo del día y esa fue mi manera de despistar su atención.
 Aun así he sido muy discreta, sigo en contra de que Beck me vea así de vulnerable.
Es un Kim, el roble es más débil que nosotros y eso no cambiará con las generaciones. 

No puedo controlar el flujo de mis lágrimas. No termino de procesar lo que sucedió. ¿Pensé en abandonar a mi hijo a su suerte por seguir a un varón? Nunca en mi vida pasó por mi mente reverenda estupidez, pero fue un hecho no meditado, instantáneo y eso me avergüenza. 

La tarde avanzó pronto, la lluvia fue torrencial después de las 6 de la tarde, y el frío me hace sentir todavía más triste. 
Ni siquiera sé por qué, pero el clima frío siempre me desestabiliza emocionalmente hablando. 
Preparé la cena para mi hijo y la comida para mí. Con todo lo que pasó, mi apetito se fue por completo durante todo el día, no tengo hambre aún pero debo comer y será mejor a su lado. 

Mi garganta se siente como si estuviera envuelta en alambre de púas. Mis ojos suplican por un descanso, al igual que mis párpados. No es lo que piensas, luego de la película me prohibí llorar más, mi hijo no debe verme así. 
Pero tengo más sueño que nunca, así que cuando él concluyó sus alimentos, lo llevé a su habitación: 

— ¿Quieres que duerma contigo? 
— ¡Sí! —Me abraza con más fuerza de la que puedo controlar. Gruño por cómo me apretó. 
— Iré por mi bata de dormir. Tu también cámbiate, ya vuelvo. 

Hace un año empezó a dormir sólo, pero el desapego lo hizo llorar durante muchas noches. 

 Solíamos dormir juntos pero me di cuenta de que eso sólo lo hacía todavía más apegado a mí y no había manera de que eso continuara, por ser hijo único y yo madre soltera, él debía aprender de independencia tan pronto como su cerebro fuera capaz de entender, así que comencé a dormir en mi habitación.
Cada noche lo escuchaba llorar hasta quedarse dormido, era un hecho que no quería quedarse sólo, pero eso le enseñó a sobrevivir durante los días y las noches que no podía estar con él.

Me pongo la bata de dormir de color rosa. Suelto mi cabello y me aplico cremas de noche.

No niego que para mí también ha sido bastante complicado el proceso de desapego, los primeros meses yo lloraba junto con él. Quería acercarme, tomarlo entre mis brazos y dormir juntos, pero él tenía que aprender que no siempre iba a estar yo para resolver sus problemas y tendría que hacerle frente a lo que fue era que estuviera causándole conflicto.

Hace aproximadamente medio año él ya no llora por las noches y entiende que debe dormir temprano aunque no esté yo, pero ahora soy yo la que necesito de él para poder dormir tranquila en esta noche.  Quiero sentir su calor y percibir su perfume durante toda la noche, quizá eso me ayude a despejar mi mente.