XXI. Lenidad.

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Los días han comenzado a pasar y, siendo franca, luego del primer pago, Byul empezó a agradarme más. Llámalo como quieras, no me interesa.

Que Beck esté ocupado y gastando su energía los días sábados me está cayendo de maravilla, porque aunque no termino de acostumbrarme a dormir de noche, los sábados puedo dormir en la tarde y eso se siente reconfortante, es como volver a esa parte de mi vida de la que siento tener control y es muy agradable. 

No tengo intención de volver con la psiquiatra, no siento que me haya ayudado en nada, "es un proceso tardado" me suena a un pretexto para hacerte ir más veces y pagar más cuentas, pero de repente siento algo de culpa de no regresar. 
Claro que puede buscarme, pero no lo hará, no se supone que lo haga, al final es un servicio que debo costear y ella no debe ni puede estar tras de mí para saber si requiero de su ayuda o no. 

Antes de venir fui por algunas hierbas para hacer infusiones. Desconozco si lo usa para beber o como un aromatizante de casa, lo que me hace más sentido, Byul todavía fuma mucho y necesita desaparecer el aroma de alguna manera. 

Solo han pasado un par de semanas que estoy con este extraño empleo, pero ya no me siento como una presa que debe cuidar su vida a toda costa y con todas sus fuerzas, si bien no me siento del todo segura, ya no me siento en peligro y eso le quita mucho estrés a mi rutina. 

Al tocar la puerta, ella tarda mucho más de lo normal en abrir. 
Lo dejo pasar pero no escucho ningún tipo de ruido dentro, y tampoco aparece un mensaje nuevo en mi bandeja. 
Confusa toco nuevamente su timbre y aunque vuelve a tardar, esta vez sólo es la mitad del primer tiempo que me hizo esperar. 

— ¿Pasa algo? —pregunto al verla. 
— No, nada. Adelante. 

No exijo una explicación pero que me la haya dado hubiera sido bueno. 

— Aquí está lo que pediste. —dejo las ramas en la barra de su cocina pero de inmediato las toma y las quiebra en partes más pequeñas, en seguida las pone en agua hirviendo. 
— Era lo único que me hacía falta. Gracias. Ya vuelvo. 

Toma el recipiente con un guante de cocina para evitar quemaduras y corre escaleras arriba. 

Todo parece estar demasiado tranquilo. No hay nada en la lumbre, tampoco hay algún traste sucio o fuera de lugar, parece que lo que sea que esté haciendo le está consumiendo mucho tiempo aunque no creo que esté escribiendo. 
No le doy mucha importancia así que tomo mi teléfono, ¿para qué? Ni siquiera yo lo sé, pero desde hace unos días me he sorprendido a mí misma usando más tiempo al día mi teléfono. No converso con nadie pero veo noticias, leo cosas banales como espectáculos y escándalos a través de redes sociales. 

El reloj indica que en cualquier momento podría llegar Zach con nuestros respectivos hijos. Ese hombre sí que le ayuda en mucho a Byul.

Leo una nota sobre una cantante y un rumor de citas. Que fastidio que las cámaras y los ojos te sigan a todos lados, tanto que no puedes vivir nada con la naturaleza que tiene, sino que debes hacerlo con mucha discreción y el más mínimo detalle pondrá tu cara en primer plano sobre los post de chismes. 

Si ni siquiera me gustan estas noticias no tiene sentido que las lea, ¿verdad? Yo tampoco lo entiendo. 
Apenas busco que más ver entre los vídeos en tendencia, Moon grita desde arriba:

— Yongusn necesito que vengas. 

Recibo la orden y la ejecuto sin darle vueltas. Mis pies me llevan hacia donde se encuentra y noto que el infusor de esa habitación está encendido. 
Es la recamara donde duerme con Zach.
Tiene un olor acuoso, no parece sacar mucha escencia aquella hierba y sus ramas. 

Sobreviviendo al olvido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora