Capítulo 3. Mentiras

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La tarde pasó larga y tediosa para Arthit. Las horas avanzaban lentamente y las constantes bromas de Kit, no le dejaron relajarse y disfrutar del regocijo de, quizás, tener buenas noticias.

Así que cuando el profesor anunció el final de la última clase, Arthit suspiró aliviado. Le dolía la cabeza y solo quería dormir. Había pasado todo el día pensando en Kongpob y tenía la sensación que el cerebro iba a estallarle. Así que sin demora, recogió sus cosas y se despidió de sus amigos.

- Chicos, tengo que irme. – Se levantó colgando su mochila del hombro.

- Ya vamos, Art. Danos un minuto. – Nin dijo levantándose.

Y cuando el castaño fue a replicar, sus amigos estaban a su alrededor formando un pequeño griterío.

- ¡Podríamos ir al karaoke! – Dijo Lee emocionado.

- ¡Sii! Me parece una gran idea.

- Adjudicado, pues. ¡Al karaoke! – Tee cogió la mano de Nin y empezaron a caminar.

Arthit los miró y empezó a arrastrar los pies tras ellos. Un leve tirón le obligó a parar.

- Necesito hablar contigo. – Kit miró a su amigo con ojos serios.

- ¿Qué pasa? ¿Algún problema con Lee? ¿Os habéis vuelto a pelear? Porque si es así sabes que estoy de parte de Lee, él siempre tiene razón.

- Eso no es justo, pero yo necesito confirmar algo.

- ¿El qué? – Arthit le miró curioso.

- Te gusta, ¿verdad?

- ¡Nooooo! – Arthit se sonrojó.

- Como puedes decirme que no, si no sabes de quien hablo. – Arthit movió levemente la cabeza para apartarse. Kit le acarició la mejilla. – Verás, hace tiempo me he dado cuenta que siempre que hablas de tu amigo desaparecido de la infancia, tus ojos brillan, por lo que tengo una pequeña teoría al respecto. – Se tomó un segundo y prosiguió. – Por como te tomas el tema de ese chico, he podido llegar a la conclusión, que él fue tu primer amor, pero te rompió el corazón cuando se fue sin decirte nada. – El castaño agachó la cabeza. – Te molesta y te enfurece que no te dijera nada, que nunca te llegase a consultar que quisiera irse, pero lo que más te dolió, fue que nunca pudiste decirle lo que sentías por él. Y creo que por ello quieres encontrarle, para poder decírselo. Para que te dé una respuesta y puedas pasar página. – Cuando acabó de explicar, Arthit le miró y volvió a bajar la mirada. - ¿Me equivoco?

Arthit negó con timidez.

- Ese ha sido mi secreto siempre. Lo he mantenido guardado incluso para mis padres, ¿por qué tú...?

- Para mí, Sr. Rojanapat, eres un maldito libro abierto. – Kit le puso un brazo sobre los hombros. – Tus ojos brillan cuando le nombras, tu aura cambia notablemente y tu tono de voz se suaviza.

- ¿En serio? – Kit le miró y sonrió. – Kit, yo...

- Lo sé, lo sé no voy a decir nada a nadie. Esperaré hasta que tú estés listo para contarlo a los demás. Ahora ve a casa y descansa, yo me encargo de cubrirte.

- ¿Seguro? – Kit asintió. – Gracias Kit, realmente gracias.

*

Con gesto cansado, Arthit, abrió la puerta de su habitación y se arrastró hasta llegar a su cama, donde se dejó caer de cara al colchón sin moverse.

Cerró los ojos con un fuerte y largo suspiro pensando en la conversación que había mantenido con su amigo momentos atrás. En ese momento, se dio cuenta de lo mucho que odiaba que, de entre todos sus amigos, Kit fuera el más perspicaz.

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