La técnica de Arthit funcionó, ya que al día siguiente, un indeciso Kong estaba delante de la puerta de Arthit por la mañana. Sabía que ya estaba despierto, por los ruidos y murmullos que llegaban del interior. Kong había agudizado el oído para llegar a la conclusión que no había nadie con él y que simplemente estaba hablando por teléfono.
Cuando por fin se decidió a llamar, se vio sorprendido cuando el semblante de Arthit apareció delante de él.
- Mamá tengo que dejarte. Hablamos cuando llegue. – Se alejó el teléfono de la oreja. - ¿Qué haces aquí, Kong? – Dijo con el semblante molesto.
- ¡Oon! ¿Ha pasado algo? ¿Kong? ¿Has dicho Kong? – Gritos se escucharon desde el auricular.
- No mae, él no está aquí. – Colgó rápidamente. - ¿Qué quieres? Tengo prisa.
- Quiero hablar contigo. – Kong habló despacio y nervioso. Arthit asintió. – Creo que nunca voy a estar preparado para contártelo, pero no quiero que nuestra amistad se rompa por ello. – Bajó la cabeza y murmuró. – Aunque seguramente cuando te lo cuente, no vas a querer saber nada de mí.
- ¡Ey, no digas eso! – Arthit le miró entendiendo que se refería a sus padres. – Ahora tengo que irme, ¿por qué no vienes y me lo cuentas?
- No... yo... tú... no...
- ¡Venga! A mi mae le gustará verte y aunque papá está de viaje, se alegrará de que hayas venido a saludar.
- Bueno... está bien.
Aunque la casa de Arthit estaba un poco lejos, decidieron ir dando un paseo. Así que, como hacían siempre, se cogieron de la mano y empezaron a caminar con calma. Empezaron a hablar de cosas triviales, evitando el tema importante.
Arthit se estaba empezando a poner nervioso, pero hizo falta una mirada a su amigo para saber que estaba llevando una dura batalla interna, así que decidió que le daría algo más de tiempo para que le contara la verdad.
Todavía estaban cogidos de la mano cuando llegaron al hogar del castaño. Arthit notó como la mano del moreno se ponía rígida y empezaba a temblar levemente.
- ¿Te encuentras bien? – Preguntó preocupado cuando le miró.
- Si, es solo que hace algo más de tres años que no vengo por aquí y es algo... no sé como decirte...
En ese momento, Arthit se dio cuenta de que había empujado a Kong a revivir ese último día en casa de sus padres. Se giró para ver el antiguo hogar del castaño y se imaginó a un Kong de 16 años con su bolsa de lona, aterrorizado, saliendo a la calle sin saber a dónde ir.
- Ahora estás conmigo. No tienes que tener miedo. – Arthit se giró y le sonrió mostrando el poderoso hoyuelo.
- Gracias Oon. – Sonrió con timidez.
- Venga, entremos.
Arthit sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta. Empezó a caminar, adentrándose en el interior del hogar, guardándose las llaves en el bolsillo.
- ¡Mae! – Gritó para alertar a la mujer. - ¡Ya llegué! ¡Mae! ¡Mae! – Gritó sin éxito. Se giró para hablar con Kong, pero se dio cuenta que se había quedado en la entrada. Se acercó a él y le cogió de la mano. - ¿Seguro que te encuentras bien? Estás realmente pálido.
Kong asintió levemente cuando notó los cálidos dedos de Arthit entrelazarse con los suyos. Un leve tirón le instó a caminar y se adentró en la casa. Respiró ese olor a cítricos tan característico, llegando a su nariz para tranquilizarle levemente.
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Secreto
FanficArthit y Kongpob se conocen desde hace muchos años. Pasaron juntos su infancia y parte de la adolescencia, hasta que Kongpob, se fue a estudiar al extranjero sin dejar rastro. Años después, Arthit ha dejado de ser un adolescente y por fin va a la un...