Capítulo Uno

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Chanyeol corría con todas sus fuerzas. Jadeaba cansado, esquivaba gente y lanzaba insultos cuando no se apartaban de su camino, maldiciendo al tráfico que le hizo tener que bajarse varias calles atrás, también maldijo a la aerolínea, a los pilotos y al clima por haber retrasado su vuelo. Llegaba tarde.

Demasiado, repitió en sus adentros cuando se detuvo de golpe frente a la iglesia, escuchando desde afuera a la gente que aplaudía y su corazón dolió, porque supo lo que eso significó.

Tembloroso lanzó un jadeo, sus ojos ardieron y sintió como el dolor por haber corrido tanto cayó súbitamente a sus muslos que temblaron y casi lo hicieron caer. Pero no lo hizo y, por el contrario, sólo podía escuchar la voz proceder de su celular que se pegaba a su rostro por el sudor que recorría su piel.

Lo siento, lo siento tanto Chanyeol, pero ella nos hizo jurarle que no te diríamos nada de su relación, de su boda. Ella... —hubo una pausa, en la que escuchó vagamente el discurso del sacerdote en el fondo—. Ella tan sólo quería que cada uno siguiera con su vida.

Cerró sus ojos y alzó su cabeza al cielo tratando de no derramar lágrimas.

Se sentía traicionado.

— Es lo que traté de hacer en Japón, pero lo primero que me entero apenas regresar, es que mi ex prometida y mi amigo se están casando, ¡y yo no sabía nada! ¡¿Cómo quieres que me sienta?! —alzó la voz que amenazaba con quebrarse—. Debiste decirme, Junmyeon.

Su amigo sólo volvió a disculparse.

Estaba entre mi hermana y tú, lo siento... —escuchó por enésima vez en esa llamada, lo cual ya no le servía de nada.

— Disculparte no cambiará las cosas — aspiró mirando de vuelta a la iglesia, limpiando rápidamente una lágrima que se derramó por su mejilla—. Por ahora no quiero saber nada de ustedes, necesito tiempo.

Aún no podía comprender cómo es que se encontraba en esa situación.

Hacía casi once meses Suji y él habían roto su compromiso, no por falta de amor, sino porque jamás pudieron ponerse de acuerdo en algo: tener una familia.

Suji quería hijos, él no. Eso fue lo suficiente como para que comprendieran que, aunque se amaban, el futuro que los esperaba no sería bueno ya que tenían diferentes metas. Ella por eso un día le entregó su anillo y le deseó lo mejor en la vida; su corazón se rompió, pero lo aceptó porque no podía retenerla en una relación que a futuro no le daría lo que quería.

Pero joder, había dolido demasiado, y creía que una parte de él aun no superaba la manera en que todo había terminado. Por eso estaba ahí, con un millón de preguntas al saber que ella se había casado con uno de sus mejores amigos, uno que le dejó de hablar apenas se mudó a Japón y ya sabía por qué, pues ahora ese hombre se acababa de casar con quien consideró el amor de su vida.

Before The Flowers BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora