Enjaulado

Capitulo 14 - Verdad

El ambiente entre ambos se había vuelto más tenso e incómodo que antes. Sus pequeñas conversaciones y encuentros de miradas habían desaparecido.

Luego de esa noche, Lucas había dejando de hablar, ni una palabra, ni un solo sonido, era como si su voz hubiese sido robada.

Pasaba sus tardes mirando por la ventana en silencio abrazando sus piernas mientas apoyaba una de sus mejillas en su rodilla, mantenía tener el televisor de la sala encendido y con un volumen demasiado alto, tanto que llegó a retumbar el cristal de las ventanas.
Muchas de esas veces Peter lo apagaba o baja el volumen reclamándole por el ruido, pero Lucas volvía a encenderla o subir el volumen.

No soportaba estar en silencio, cuando todo estaba calmado y callado las voces en su cabeza le recordaban todo lo que estaba pasando, entre más silencio hubiera a su alrededor, más bulliciosas se volvían volviéndolo loco poco a poco.

Mantenía esa mirada melancólica y sin vida que solo había hecho el día del funeral de sus padres, era como si estuviera desconectado de la realidad, solo su cuerpo estaba ahí, era como un muñeco de porcelana sin vida.

No solo había dejado de hablar sino que también su apetito disminuía, su bien no era de comer grandes cantidades al menos siempre terminaba la mayoría de la comida que Peter preparaba o le compraba, pero al pasar los días disminuía más lo que comía al punto de dejar de comer por completo y cuando lo hacía terminaba vomitándolo, su estómago ya no podía tolerar ningún tipo de comida.

Peter lo miraba en silencio cada día preocupado de que llegara a hacerse algún daño y todo por culpa de lo que le había hecho, le preocupaba que haría si llevaba a confirmar las sospechas que una vez le reclamó sobre sus padres.

Al estar pensado en Lucas todo el día comenzaba a cometer  errores durante el trabajo, en casa o hasta cuando conducía. Más de una vez estuvo cerca de tener un accidente en el auto, su ansiedad era cada vez mayor pensando que un día llegaría y solo encontraría un cuerpo sin vida en medio de su sala, le tenía terror a esa idea.

Ver lo infeliz que era lo estaba matando, quería hacer algo para recompensarlo, algo que lo hiciera feliz y sonreír. Y fue cuando se dio cuenta que nunca lo había visto feliz desde que lo llevo a casa, ni una sola risa o sonrisa, nada, lo único que había logrado eran. Llantos, miradas de odio, súplicas y ahora esto.

Ese fin de semana se levantó más temprano de lo que solía hacerlo asegurándose que Lucas durmiera un poco más en lo que preparaba el desayuno aun sabiendo que Lucas no lo comería, lo despertó, espero a que se duchara y vistiera para que bajara a comer, le había preparado los pancakes con arándanos y miel que sabía que le gustaban, recordaba que era lo que desayunaba cuando iba al colegio.
Lo dejó en el comedor  y salió sin darle mucho detalle al menor, de todas manera no iba a hablarme.

Lucas miró el desayuno frunciendo en entrecejo molesto, tomó el plato tirándolo en el fregadero haciendo que se rompiera y fue a acostarse en el sofá encendiendo la televisión y puso uno de los DVDs viejos que Peter le daba, subió el volumen y le dio la espalda al televisor cerrando sus ojos concentrándose solamente en el ruido.

Al cabo de unas horas regresó a casa con varias bolsas dejándolas en la sala. Lucas se volteó por un momento al escuchar el ruido que hizo al dejarlas junto a él, lo miraba dejar paquete tras paquete  lo pero como era de esperarse su interés no duró mucho y volvió a darse la vuelta para continuar viendo el jardín.

Le gustaba mirar caer las hojas naranjas y marrones de los árboles, el sonido que hacían al caer y muchos cuando eran arrastrarás por la brisa, le gustaba imaginar qué tan frío estaría allí fuera.

A pesar de no pasarla tan bien en las épocas más frías del año por sus problemas al respirar y las alergias, siempre eran sus épocas favoritas, la comida, las festividades y la ropa junto con las actividades era algo que disfrutaba todo el tiempo.