Capítulo 26 - No somos diferentes

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Era sábado por la tarde, la lluvia era tan fuerte que retumban las ventanas nublando la vista hacia el profundo y oscuro bosque detrás de la casa. Lucas dormía tranquilamente en el sofá junto a la chimenea con un libro apoyado en su pecho.
Peter lo miró sonriendo tiernamente al verlo dormir con tanta tranquilidad, tomó la manta que estaba al otro extremo del sofá arropándolo y besándolo en el cabello.
Tomó el libro dejándolo en la pequeña mesa junto al sofá para que al despertar lo tuviese a la mano.

Tomó las llaves del auto que estaban en la repisa de la entrada cuidadoso de no hacer algún ruido que terminara por despertarlo, aunque por la lluvia era poco probable que pudiera escuchar algo más.
Le dejó una nota avisándole que saldría pero no tardaría mucho en regresar, solo en caso de que despertara pero conociéndolo sabía que llegaría antes de que lo hiciera.
Condujo hasta un pequeño restaurante que estaba a unos 20 minutos de casa, al llegar al lugar se quitó su abrigo negro  y bufanda azul marino sentándose en una de las mesas alejadas del restaurante, cruzó su pierna a la mitad mientras revisaba que pediría del menú y de paso qué podría llevarle a Lucas para cenar.

— Si llegaste, creí que no lo harías.

Bajo el menú alzando su mirada para ver a Rick lo miraba con cierto desprecio en sus ojos.
— Es más puntual de lo esperaba.
Le dijo sonriendo amistoso extendiendo su mano frente a la silla vacía para que se sentara.
Rick jaló la silla de mala gana sentándose sin dejar de mirarlo con recelo.
— Si tiene algo que decir, le sugiero que lo hagas ahora, — Alzó su mirada burlista diciendole,— no me gusta hacerlo esperar solo en casa, ya sabes lo nervioso que puede llegar a ser, ¿cierto?

Rick continuó mirándolo serio con el ceño fruncido, sabía perfectamente que eran provocaciones de su parte y mo peor de todo era que no podía evitar molestarse por ellas.
— No es una mascota, un tiempo solo no le va a afectar, menos si es lejos suyo.

Le contestó levantando su mano para pedir otro menú a la mesera.
— ¿Sigue enojado porque perdió?
Alzó su mirada relajándola con una sonrisa burlista — ¿Qué ganó exactamente y qué perdí yo?
— A Lucas.
Rick se fue echó hacia atrás recostándose en el respaldar de la silla,— ¿lo hizo realmente?
— Está durmiendo en mi cama y no en la tuya.

Peter vió como la sonrisa cínica y burlista se le borró de la boca y la de él solo aumentó.
— ¿Sigue pensando que me preocupo por el por el mismo motivo que usted está encaprichado con él?
— Ya deja de mentir, crees que cada vez que iba a esa horrenda cafetería no notaba como lo mirabas, lleva tiempo gustándote.
— Tenía curiosidad, no ganas de cogerlo. No soy como usted.
— ¿Estás seguro de eso? Parece que tienes el mismo objetivo de hacerlo tuyo, la diferencia entre ambos es que yo si lo logré, no finjo ser su amigo cuando realmente esa nunca ha sido su intención.
— Piensa lo que quieras, poco me importa, no cambia el hecho que es mi amigo. Por supuesto que quiero cuidarlo, más de un lunático como el que tengo al frente.
— Con insultos infantiles y mentirte a ti mismo no vas a lograr nada.
— Era una afirmación, no un insulto. Para ser profesor es un completo idiota si no sabe diferenciar esas cosas.

La mesera los interrumpió acercándose a la mesa para tomar su orden, el ambiente era tan incómodo que la chica intentó lo hizo lo más rápido que pudo para no tener que quedarse cerca de su mesa por mucho tiempo.
— ¿Qué quieres de él? Ya lo ha hecho sufrir suficiente, ¿no cree?
— Primero ordene. — Le contestó sonriendo amablemente,— No hagamos esperar a la mesera.

Rick miró molesto el menú pidiendo solamente un café negro.
— Oh, una bebida de adulto, ¿seguro que no quieres algo más dulce?,— Le dijo burlándose.
— Váyase a la mierda.
Peter rió ordenando un café igualmente.

Una vez se retiró la mesera ambos se quedaron en silencio por un par de minutos que se sintieron cómo horas para ambos.

— Seré claro contigo, no te metas en mi camino si no quieres que me meta en el tuyo.
— No contestó mi pregunta y no me amenace.
— ¿Quieres saber que quiero de él? Simple, lo quiero todo, ¿satisfecho? Y no es amenaza, es más un aviso.
La mesera se acercó a la mesa dejando las tazas de café frente a ambos retirándose rápidamente.
— No olvide que está con usted por miedo, no porque quiera estarlo realmente.
— El miedo al menos es un sentimiento que conlleva a la lealtad, ¿qué siente por ti? No eres más que una molestia.
— ¿Eso cree? — Le contestó burlándose a lo que le dio un mal presentimiento.
— Su cuerpo reacciona a cada cosa que le hago porque me conoce y yo conozco el de él, sé donde tocar para que llore y gima mientras pide por más. No te puedes comparar conmigo, yo le he enseñado todo. No pretendo dejar que otro se disfrute lo que yo he trabajado.
— Si no se hubiese metido en mi camino esa noche no estaría tan seguro de sí mismo en este momento.
— ¿Qué acabas de decir?
— Yo no tuve que obligarlo a nada, el mismo se acercó a mí, ¿alguna vez ha hecho lo mismo con usted?

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