Capítulo 7 - ¿Dónde estás?

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Lucas despertó sobre el regazo de su madre quien le caricia a con ternura el cabello como solía hacerlo cuando de niño se dormía por las tardes mientras su madre miraba la televisión.
Un sentimiento de incomodidad como si algo no estuviera bien lo invadían pero el toque familiar de su madre le daban tranquilidad calmando su ansiedad y preocupación haciendo que esos sentimientos abrumadores desaparecieran,
— Lucas, ¿estás bien, mi amor?— Le preguntó si madre con cariño.

El menor se levantó tomándola del rostro rápidamente, la miraba asombrado y con su respiración agitada, — ¿Eres tú, en verdad eres tú?
Le preguntaba agitado sin poder creer que estuviera frente a él, viva.
— Jajaja, ¿de qué hablas, mi amor? Por supuesto que soy yo. ¿Quien más podría ser?— Le dijo sonriéndole mientras peinaba los mechones que le ocultaban parte de su rostro.
Los ojos de Lucas se llenaron rápidamente de lágrimas abrazándola con fuerza, sentir su calor, su aroma a flores por el perfume que usaba y la calidez de su cuerpo, todo era tan real que lo asustaba pero la felicidad que sentía era aún más grande.
— Creía que no te volvería a ver, mamá. Creí que habías muerto, que te había perdido a ti y a papá.
— Pero si lo hiciste.— Dijo con una voz sombría y tenebrosa.
Lucas sintió como el calor dejaba su cuerpo al escucharla.
— Tu padre y yo... Morimos por tu culpa,— Le decía abrazándolo con más fuerza haciendo que dejara salir un chillido de dolor y continuó, — Estamos muertos por ti, si nunca hubieras nació, nada de esto habría pasado...
— Mamá me lástimas, suéltame... — le decia mientras trataba de alejarla,—¡Duele, detente!
Sintió como si unas garras penetrarán su piel como navajas.
— Nos mataste, Lucas, tú eres el culpable de todo...

Lucas la empujó logrando liberarse. La miró asustado al ver que su madre estaba cubierta con sangre y con su cuello roto, la sangre salía de su abdomen, cabeza y boca, era aterrador, ver como la sangre brotaba de su cuerpo y boca, además de ver como su cuello desfigurado sobresalía mientras esos ojos verdes que una vez lo miraron con ternura ahora lo hacían con odio y desprecio.

Lucas intentó levantarse y alejarse pero esa mujer que tenía la apariencia de su madre se abalanzó sobre él atacándolo y antes de que pudiera esquivarla se despertó gritando asustado.

Se levantó mirando agitado a su alrededor dándose cuenta que todo fue un sueño, una pesadilla. Su frente estaba sudada al igual que el resto de su cuerpo, su respiración estaba agitada y su corazón latía con tanta fuerza que podía sentir sus latidos palpitar en sus oídos.
Tomó su cabeza con ambas manos intentando calmarse diciéndose a sí mismo que todo había sido un sueño pero estaba lo suficientemente asustado por el como para poder calmarse.

Cada hora que pasaba en ese lugar lo hacía sentir como si perdiera la cabeza hasta el punto de volverse loco cada día, las pesadillas no se detenían y eran peores cada día, en ellas siempre terminaba siendo atacado por criaturas que tomaban la forma de sus padres culpándolos por lo que había pasado, por sus muertes.
Sabía que esos sueños eran por la culpa que sentía constantemente por sus muertes, el sentimiento familiar de impotencia que había sentido desde hace meses solo empeoraba deteriorando aún más su estado mental, sentía como al pasar de los días no solo su esperanza de salir de ahí se esfumaba sino que su cordura se iba con ella.

Mientras Lucas perdía su esperanza en que lo buscaran y alguien estuviera preocupado por él. En la cafetería Rick miraba diario su teléfono esperando a que le contestara alguno de los mensajes o llamadas que le hacia diarias preguntándole dónde estaba.
A pesar de no ser realmente cercanos sentía que había llegado a conocer lo suficiente a Lucas como para notar que algo andaba mal para que no contestara ninguno de sus mensajes o llamadas.

Sumergido en sus pensamientos levantó su mirada hacia la puerta de la entrada luego de escuchar la campanilla sonar viendo que era su jefe quien había llegado más temblado no de habitual,
— ¿Hoy tampoco vino?— Pregunto el señor O'Connell al entrar.
— No, señor.— Dijo Rick algo preocupado.
— Que extraño,— dijo con una expresión de preocupación,— ¿Tienes el número de algún familiar? Podríamos llamarlos por si saben algo.

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