7. El Profesor de Pociones

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¿Crees que acepte una poción para el cabello?

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- Amaris -dijo Hermione, mirando el cuarto de baño con emoción oculta en sus ojos- No era necesario que hicieras esto tu sola.

- Es verdad -dijo la chica de cabello castaño, mirando los letreros. Los había hecho lo suficientemente grandes para que cupiera algo escrito en ellos y los suficientemente pequeños para que no estorbaran cuando te vieras en el espejo- Nos podías haber dividido parte del trabajo. A propósito... ¿De dónde conseguiste los letreros? No había ninguno aquí cuando llegamos.

- Es verdad -secundo una chica rubia.

- Una bruja jamás revela sus secretos -dije, encogiéndome de hombros. 

Varias resoplaron divertidas, otras rodaron los ojos y Hermione se mantuvo en su lugar cerca de la puerta, impasible. 

- Bueno... ¿Y cómo lo decoramos? -preguntó mordazmente una chica de cabello negro. Se acercó al letrero y buscó donde se desganchaba- ¿Cómo lo decoramos si no podemos quitarlos? ¿Acaso pensaste en cómo lo haremos si están adheridos al mismo espejo?

Apreté mi varita mientras contaba. Me estaba empezando a arrepentir de haber hecho esto. Sacrifique mi preciado tiempo haciendo algo bonito para ellas... "Respira hondo, Amaris. Son las seis de la mañana. Todas se levantaron de mal humor por el despertador chirriante de Hermione" -pensé, sonriendo sin ganas. Una chica rubia le pegó en el brazo a la pelinegra y la miro mal. 

- Solo tienes que tocarlo -dije con simpleza- Así.

Toque el letrero que estaba más próximo a la puerta y este de inmediato empezó a cambiar su aspecto. 

De mi mano se empezó a esparcir un color madera que poco a poco baño todo el letrero y tomó forma de un pedazo de un verdadero tablón de madera. En el centro empezaron a aparecer líneas finas de color dorado que poco a poco iban forman mi nombre con una letra elegante y muy bonita. De las esquinas, aparecieron diseños de enredaderas de un color verde pantanoso. Enrolladas en estas, serpientes de color plateado subían de manera que se mezclaban con las enredaderas y se confundían con estas. Flores doradas y esmeraldas aparecieron en las enredaderas y se veía los pétalos caer.

Justo cuando pensé que había terminado, un gato negro con sombrero de bruja apareció y se sentó en la línea de en medio de la H de Hellman. En la parte de abajo, aparecieron montañas de color negro y sobre estas nubes flotando sobre ellas. Se formó un pequeño bosque junto con un enorme lago que reflejaba el pasar de las nubes y juré que el agua se movía. Me sorprendí muchísimo -pero lo oculté de inmediato- al ver que detrás de las montañas aparecía una pequeña figurita de algo alado que volaba hacia el lago.

Cuando se fue acercando, pude apreciar a un dragón volando sobre el lago junto a una bruja rubia que iba en una escoba. Justo cuando pensé que nada más me iba a sorprender, de la parte de arriba salieron verdaderas enredaderas con flores esmeraldas y doradas que olían muy bien. Además de que juré ver la cabeza de una serpiente asomarse levemente y esconderse rápidamente.

"Le agradezco a mi abuela de haberme enseñado este hechizo, pero creo que me pasé" -pensé, quitando mi mano de mi letrero. Hice girar mi varita en mi mano y la puse detrás de mi oreja mientras sonreía con arrogancia. 

- ¡Whoah!

- ¡Increíble!

- ¡Yo quiero intentar!

𝙰𝚖𝚊𝚛𝚒𝚜 𝙷𝚎𝚕𝚕𝚖𝚊𝚗 𝚢 𝚕𝚊 𝙿𝚒𝚎𝚍𝚛𝚊 𝙵𝚒𝚕𝚘𝚜𝚘𝚏𝚊𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora