Broma

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Todo tenía que ser una mala broma de la vida.

Debía serlo, porque de lo contrario Milo no tendría como definir lo que sentia en este momento; el día anterior estaba dispuesto a faltar a la promesa que le hizo a su padre "Prométeme que serás bueno" fue lo último que le dijo, y él lo juro, pero en estos tiempos esa promesa no valía nada.

Porque incluso si no la mataba, aquellos deseos que se comenzaban a despertar en su cuerpo y en su mente, automáticamente lo convertían en la peor persona que piso la tierra. 

La ciudad estaba frente a él, quizá saltar de ese balcón sería lo mejor, pero entonces su madre se quedaría sola, y lo último que quería era poner una marca más en sus ya viejas y cansadas cicatrices.

"Debí jalar del gatillo sin mirar"

Se recriminaba con aquella arma en la mesita donde su bebida descansaba, no quería beber, porque tenía miedo de pensar tonterías, si sobrio lo estaba haciendo, quizá ebrio terminaría trasladándose a un pensamiento que no deseaba.

Muchos años creyó idiota a todo ser humano que expreso amor desmedido a cualquier persona, ver a alguien decir "Fue amor a primera vista" era realmente ridículo, incluso ahora... pero ese momento...

El momento en que la mirada de esa chica se juntó con la suya fue el momento más devastador de toda su vida. Nunca deseo tanto mirar un simple par de ojos como en ese momento, jamás se pensó que desearía poder robarle tiempo al tiempo, necesitaba solo unos minutos para sacarse la espina del deseo que le nacía y poderle saludar y hablar como una persona normal.

Quería tiempo, tiempo para pensar en todo, tiempo para volver a encontrarla... y no es que careciera de él, más bien, que hasta el día anterior, el tiempo de Nimet estaba por terminar...

Incluso esa mañana salió en búsqueda de otra oportunidad, no se dejaría vencer tan rápido, pero en cuanto la vio caminar con aquel gesto tan exquisito, con ese cabello perfecto, hablando de manera tan delicada con su acompañante mientras sostenía un vaso de café y empujaba sus gafas distraida...

Sintió que moría.

El alcohol comenzó a resbalar por su garganta, necesitaba paz, queria desconectar su razon por un momento, solo los niños y los borrachos conocen la verdad, y Milo de verdad necesitaba saber cual seria la suya, sin embargo y muy a su pesar, la respuesta no fue la esperada, entre más alcohol dejaba bajar más nítido era el recuerdo de esa mujer, cerró los ojos con su mano adentrándose a su pantalón, las curvas de ese cuerpo, el recuerdo de su toque el sonido de su voz, no fue difícil armar ese rompecabezas de deseo para comenzar a acariciarse y logar terminar en sus pantalones de solo imaginar que tocaba su piel.

"Es oficial, me he vuelto loco"

Se dijo mirando el cielo con ese desastre entre sus pantalones y en su cabeza.

Milo era un admirador de la belleza femenina, un mujeriego digno del apellido Lombardi y de su herencia, pero aun así jamás dejo a nadie quedarse a su lado. El amor era repulsivo y muy internamente era un sentimiento que lo aterraba, además, con el pasar de los años se dio cuenta que ese sentimiento no era tan magnifico como suponía, no existían momentos mágicos, tampoco tuvo encuentros predestinados, quizá de adolescente pensó en ello, pero el tiempo seguía su curso y su corazón no encontraba ningún tipo de sentimiento que asimilara al que su padre sintió en el pasado, el que lo hizo presa y lo llevo a su muerte.

Hasta ahora, hasta esta maldita hora en la que decidió ponerle fin a su agonía y termino poniéndose a si mismo el revolver en la cabeza. De todas las mujeres que vio en esta vida, la única capaz de hacerlo temblar era alguien con el apellido "Demir" no podía ser, eso era una jodida mala broma.

Pecador (En Pausa Indefinida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora