Años

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La vida comenzó a pasar lenta e hiriente, los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en un par de años. Kadir noto con dolor que su hermana jamás lo volvió a mirar igual, no importo cuantas veces pidió disculpas, cuando lamento haber actuado así, ella solo sonreía con un "Ahora está todo bien" que se le clavaba en la conciencia, porque sabía que era falso, tan falso como las sonrisas que dio a todo el mundo después de que su padre salió del hospital.

Tan falso como la pose obligada que tuvo en su fiesta de cumpleaños, o lo feliz que parecía con su nuevo trabajo. Su hermana ya no se sentia parte de él, su costado estaba vacío aun cuando solían caminar uno al lado del otro, su cuerpo ya no irradiaba calor y esa sensación de eterna soledad se volvía una con su figura.

Kemal también solía culparse, la dulce voz de su pequeña llamándole "Baba" nunca volvió a sus oídos, parecía feliz, pero no lo era, y eso le quemaba por dentro, creyó firmemente que con el paso del tiempo ella lo dejaría ir, y aunque nadie lo mencionaba, sabía perfectamente que cargaba con su nombre cada día.

Lo único que le daba paz era que su madre y ella compartían más cosas que antes, la única mirada sincera que daba era hacia ella, Seher soltó la moneda finalmente, la arrojo a la fuente al comenzar a conocerla, al saber que era fuerte, que tenía un corazón firme y muchas manos que cuidarían de ella.

Si tan solo supiera que la herida de su alma fue causada por ellos, nunca habría pedido aquel deseo. Nunca habría deseado que amara con toda su alma, que ella lograra entregar su corazón a su alma gemela.

Milo miro a Nimet a la distancia, supo que ahora trabajaba en la universidad de Ege, se mudó a Izmir, cumplió la promesa que le hizo a su padre, de no alejarse de casa, pero tampoco se quedó, tiro de su poca libertad tanto como pudo.

A Milo le gustaba ver sus conferencias en línea, escuchar su voz aunque fuera en temas que no comprendía le daba paz. Le daba paz saber que su vida no se detuvo, que no la encerraron, que no lograron quebrantar del todo su espíritu.

La vida continuo para ambos, una vida vacía y sin sentido, sobre todo porque nadie en este mundo podría entender lo mucho que le costó soltarla, lo que le dolió saber que cada día a su lado terminaría en una inevitable separación. Quizá algunos de los pocos que conocieron su historia lo tacharían de cobarde, pero nunca nadie podría entender que el cerrar aquella puerta le provocó el dolor más grande que sintió en su vida y todo fue en base al enorme amor que le tenía.

A menudo ambos solían escuchar que todo esto pasaría, "un par de meses" decían, "algunos años" nadie tenía la respuesta ideal, porque ellos a días se sentían como en el pasado, pero siempre estaban huecos, tañían tantos días malos, y apenas un par de buenos.

Existían días engañosos en los que alguno de los dos pensaba que lo había logrado, que estaba sanando, algunas veces milo alrededor de una piel ajena y Nimet siguiendo manos que no podía conservar, pero entonces un recuerdo se abría para tragarlos como un agujero negro.

Algunos días Nimet odiaba a Milo de manera extraordinaria, se preguntaba cómo era posible que el conociera su dirección, su teléfono, su trabajo, incluso su rutina, pero que no hiciera nada por buscarla. Si ella lo supiera, si ella tuviera la oportunidad de seguirle el rastro a Milo Lombardi lo haría, pero se lo había tragado la tierra, un día estaba en las notas y al siguiente se esfumo con el paso del invierno.

Así que lo dejo pasar, y camino con aquella herida abierta en el pecho, como si no pasara nada, como si jamás hubiera velado sus sueños. Nimet comprendió y acepto lentamente que el universo jamás conspiraría a su favor, y que encontrarlo no fue culpa del Karma ni de la vida, porque el mundo en general no confabulaba para ella, y mucho menos en su contra.

Pecador (En Pausa Indefinida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora