Nimet estaba sentada en ese pasillo de hospital, miraba a su madre mover ágilmente sus dedos en aquel rosario que le daba fe, algo que ella con el paso del tiempo perdía lentamente, frente a ella su hermana y su tía pedían a su propio Dios, pero quizá para fines prácticos todos los que estaban ahí pedían a la misma deidad en diferente presentación, todos menos ella.
La chica no podía dejar de pensar en que esto era su culpa, seguramente escucho lo que le dijo a su madre, quizá creyó que le contaría todo. No estaba segura, no podría saberlo, pero era obvio que todas sus decisiones recayeron en este momento.
Podía ver a su hermano mirarla con desprecio, pero ella no podía hacer nada más que agachar el rostro, ¿Por qué su felicidad tenía que hacer tanto daño? No era justo. Porque todos los que estaban frente a ella eran capaces de amar y ser felices, todos menos ella.
-¿Qué ha dicho el medico?- la hermana de su padre Kader salía con información
-Fue un infarto, está bien, se atendió rápido, pero deberá quedarse en observación para poder valorarlo- miro a su sobrina- debe estar en paz, no puede tener sobresaltos, ni malos ratos-
La manera en la cual su tía le sostenía la mirada furiosa y firme lo decía todo, ella lo sabía, y la culpaba, la culpaba igual que su hermano, igual que su prima. Igual que su padre.
-Sera mejor que vayamos a descansar, para poder hacer cambios más tarde- dijo Boran poniendo la mano sobre el hombro de su prima- nosotros iremos a casa, y regresaremos por la noche-
-Está bien- Seher asintió abrazando a su hija en busca de un poco de calma
-Sera mejor que yo la lleve- se adelantó Kadir, tomando su abrigo
-Quédate- Dijo Boran palmeando su hombro- tu madre no debe de estar sola, estaremos a una llamada de distancia, no tardaremos- y aunque su tono parecía amable y sereno ese par se estaba destrozando con la mirada.
Nimet no dijo nada, se quedó en silencio intentando desaparecer, no llamar la atención, que el mundo no la notara, incluso mientras Boran manejaba por el centro de la ciudad en silencio, no cuestiono porque no seguían el camino a casa, ni porque se estaciono en ese lugar que parecía no reconocer.
-Sé que es una locura, pero las cosas van de mal en peor- dijo su primo antes de bajar del auto- no te pido que lo dejes, pero quiero que tengas claro que esto es solo el comienzo de una pelea sin fin...-
-Lo sé- Nimet limpio sus lágrimas- Papá no podrá soportarlo si yo... si yo me voy con él... papá...-
-El tiempo es sabio mi niña, y quizá este no es el momento...-
Nimet no dijo nada, tenía un mundo en su cabeza hacia 13 horas su padre tuvo un infarto, ella no había amenazado con marcharse, incluso acepto estar presa en su propia casa, y todo termino así. ¿Qué pasaría si ella decidiera irse? La última persona en el mundo a quien ella deseaba herir era su padre, era la única persona que la entendía en todo el mundo. La única hasta que conoció a Milo...
Hasta que lo conoció... hasta que...
En cuanto entro a ese lugar corrió directo a sus brazos. Milo la levanto del suelo abrazándola por la cintura, lloraba y eso le partía el alma. Deseaba ser más fuerte, no para llevarla con él, no para luchar por ella. Deseaba haber sido lo suficientemente fuerte para jamás haberse cruzado en su camino, deseaba nunca haberla besado... jamás... porque ahora no podía vivir sin ella y esa necesidad los terminaría matando lentamente.
Nadie más entro en aquella habitación con ellos, ambos hablaron durante horas, ella le conto todo lo que paso desde que los descubrieron y el admitió todas sus culpas.
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Pecador (En Pausa Indefinida)
RomanceNimet Demir crecio entre susurros y secretos, su vida "perfecta" y su familia feliz se encargaron de ello, era la pricesa de este nuevo cuento, pura, llena de luz y de perdon. Nimet era todo lo que un pecador como Milo Lombardi podría desear, desea...