Esa mujer que caminaba de la mano de su sobrino era la viva imagen de aquella hermana pequeña que perdió en el pasado. Verlo sonreír con los ojos de su hermano a alguien cuya imagen era el recuerdo de todas sus pérdidas le sobrepaso.
La traición jamás estuvo en su sangre, no, eso no era parte de ellos, pero podía verlo, tenía aquella mirada, la mirada que solo la sangre de Luca lograba despertar en ellos. Era como un vicio, como un imán que los atraía directamente para ser su perdición.
Cuando Milo dijo que quería alejarse un poco el creyó que finalmente terminaba de entender lo que conllevaba ser hijo de Leonardo, incluso se culpó por ser duro con su persona, por presionarlo a tener un odio que quizá el no debía cargar. ¿Pero cómo no podía verlo?
¿Por qué de todas las mujeres en el mundo tuvo que ser ella?
Por lo que supo nadie en su casa la detuvo, todos saben dónde están y no la buscan, eso no es propio de ellos, esto no es así de fácil. Una venganza, no se podría tratar de otra cosa que no fuera una venganza, de lo contrario.
Él era la cabeza de aquella familia Carlo no podía dejarse llevar simplemente por el pasado, ya alguna vez la vida casi lo supera y el abismo que se formó con su familia era algo que cargaba hasta hoy en día, no podía, no podía volver a caer en lo mismo, no de nuevo...
Pero el odio, aquel odio que nacía en su sangre al verla....
La casa de Milo era básicamente el sueño que alguna vez su padre tuvo con Máxine, mientras caminaba por la calle las palabras de su hermano nadaban en su cabeza "Quiero una vida simple hermano, quiero amar a Maxi en un lugar donde podamos ser felices, quiero lograrlo" aun podía incluso escuchar en su mente la manera en la que su voz se rompía, y también recordaba su respuesta una y mil veces "Leonardo, ella ya no te ama" tontamente pensó que el abrirle los ojos de golpe le pondría en perspectiva.
Que equivocado estaba... el dolor de darse cuenta como ella lentamente se desvanecía entre sus manos lo volvió loco, el miedo a la soledad, los deseos que guardaba entre su carne y la desesperación...
Una niña de cabellos castaños corría en el jardín, el corazón se le detuvo por un momento... no podría ¿Podría? Esa niña... Yildiz no menciono nada, nada de una niña, el solo dijo que ella vino aquí en busca de...
-Papi- se detuvo con el corazón en la garganta mientras la pequeña era levantada en el aire por un sonriente Milo
La sostenía como se sostiene al amor de tu vida, ese amor que solo la sangre de tu sangre te da... no podía ser verdad.
Dio varios pasos atrás, evitando ser visto, no, no, no, no. Su rompecabezas estaba incompleto tan incompleto que parecía quedarse sin formas. Toda esa noche se quebró la cabeza intentando conocer la verdad, recordaba a sus hijos durante la cena que tuvo antes de venir a Boston, ellos sabían la verdad, eso era seguro. Francesco apoyo a Milo, lo hizo... lo hizo porque lo sabía, porque aun en su corazón seguramente tenia aquel coraje en su contra... ¿Cómo pudo?
El día siguiente volvió, esta vez no se iría sin la verdad, y le dejaría en claro a esa chica que el juego que intentaba jugar debía parar, de lo contrario...
La puerta se abrió y la mirada de la chica le dijo que ella sabía quién era. Carlo se cuadro en el umbral de la puerta mirándola desde arriba, el miedo que sintió Nimet en aquel momento no lo sintió jamás, y Carlo lo vio... lo vio tan claro como cuando un niño roba un dulce, ella sabía sus pecados y ahora él estaba aquí para señalarlos.
-¿Dónde está mi sobrino?- su voz salió profunda alterando todo sentido de supervivencia que Nimet tuviera
-Está en el trabajo- dijo mirando por el rabillo del ojo a donde estaba su hija mirando la televisión
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Pecador (En Pausa Indefinida)
RomanceNimet Demir crecio entre susurros y secretos, su vida "perfecta" y su familia feliz se encargaron de ello, era la pricesa de este nuevo cuento, pura, llena de luz y de perdon. Nimet era todo lo que un pecador como Milo Lombardi podría desear, desea...