Promesa

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Cuando Francesco Lombardi mando a llamar a Mattaias tanto él como Milo supieron que algo andaba mal, pero ambos eran listos, y se necesitaba más que un intento por indagar en su paso por el mundo para poder intimidarlos.

Francesco no estaba seguro si tenía que dudar de algo, pero existían situaciones que no podía pasar por alto. Quizá era solo paranoia, el gusto que Milo tuvo por América, específicamente por Boston tenía que ser una coincidencia.

Ni en mil años podría creer posible que de alguna manera tuviera el mas mínimo contacto con aquella Demir, pero ya antes paso lo imposible, así que prefería investigar un poco antes que darlo por sentado.

-Me siento cuando el profesor nos llamaba en el colegio- se rio al verlo entrar en su oficina con el sentado en la sala de espera- solo que me hace falta Milo para completar la escena-

-Confió en tu prudencia Mattias, para no decirle nada a Milo-

-Sinceramente le pides peras al olmo- se acomodó en un sofá dentro de la oficina- pero sabes que no le diría nada, nunca lo he hecho- y esa era una gran mentira, porque no existía persona en el mundo con la que él y Milo fueran más sinceros que el uno con el otro.

-Bien, vamos a analizar todo lo que está pasando. ¿Sabes porque Milo no deja en paz Boston?-

-Es por una mujer- dijo sin dudarlo haciendo que los nervios de Francesco se alteraran por completo- su nombre es Emma Johnson, es estudiante, se conocieron en un bar, y se han frecuentado desde entonces-

-¿Tienes algún dato relevante?-

-Ninguno, ella vive con amigas, es joven, y según Milo le da mamadas que lo hacen tomar un avión con gusto- Y ambos rieron con algo tan típico de su persona

-Por un momento pensé que era algo serio, porque pasa mucho tiempo por ahí-

-En partes creo que también es cansancio mental, tu padre lo ha presionado mucho últimamente, y él está en un punto complicado con todos al parecer-

-Lo sé, pero, quizá es la edad, al parecer aquella herida se vuelve sensible con el tiempo- miro la ventana intentando tener un punto de vista sereno de toda la situación.

-La verdad no creo que tenga algo serio con ella, la ha compartido incluso con una o dos personas... tu sabes a lo que me refiero, y bueno, supongo que es una buena compañía, además en Boston ella no sabe quién es Milo, y puede dejar de cargar, al menos por un momento el apellido Lombardi, yo creo que eso no está mal-

-Pues sí, en eso tienes razón, solo que pensé- medito si decirle o no lo que pensaba-pensé que estaba en algo serio, y de ser así quería saber quien era la pequeña trepadora-

-Por eso no te preocupes, es más seguro que él te detecte a ti a una caza fortunas que lo contrario-

Las respuestas fueron muy simples y fáciles para el gusto Francesco, pero presionarlo no sería lo ideal, así que lo dejo ir por ese día, con la información que tenía seguramente encontraría algo, si se equivocaba tendría a donde mirar, pero para su sorpresa, casi todo fue tal como lo dijo, esa chica y él se frecuentaban, no de manera obvia, lo que era común para Milo, en general todo pintaba como llevaría cualquier acostó en Italia, y entonces pensó que quizá si, quizá su padre le estaba exigiendo de mas, quizá estaba llegando un poco a su límite.

Pero la realidad no podría estar más lejana que aquello.

Por primera vez en toda su vida se sentia completo, entero, un ser de carne y hueso que amaba con tal pasión que por días se desconocía. Nunca pensó que el simple hecho de disfrutar una cena o desayuno con alguien le llenara tanto el pecho, le gustaba ver como su cabello estaba creciendo, le gustaba poder trabajar mientras ella estudiaba y que aunque entre ambos existiera silencio, se sintiera cómodo.

Pecador (En Pausa Indefinida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora