Cadenas

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Milo vio el paso del tiempo como la cura perfecta para todo aquel dolor, día a día, fue animando los pasos de Nimet, su mirada paso de ser oscura a brillar lentamente, el pequeño sol que cargaba en sus brazos floreció lentamente y tomo los brazos de ese hombre como los de un padre.

En algún momento, entre las primeras palabras de su hija y su propio duelo se cuestionó si debería permitir que le llamara padre... cuando creciera ella le contaría todo, le diría lo extraordinario que fue Ferhat, pero Milo... ¿Él querría ser llamado padre?

-No me molesta, te diría incluso que le daría mi apellido, pero la memoria de Ferhat es importante para todos, lo sé, y a decir verdad, creo que el que no cargue ni con tu nombre ni con el mío romperá un poco de lo mucho que estamos pagando-

-Creo que tienes razón, pero tengo... no sé, tengo este sentimiento... tengo tantas preguntas que guarde por años, y ahora que estoy contigo de nuevo sabiendo el pasado, siendo amigos... no sé, no sé cómo alguien tan horrible como lo ha pintado mi padre pudo criarte, ¿Cómo? ¿Me mintieron? ¿Te mintieron? ¿Cuál es la verdad?-

-Yo sé porque te lo cuestionas, por la misma razón que yo me hice a un lado todo este tiempo, por la misma razón que aunque estemos en la misma casa no me atrevo ni a acariciar tu mano como saludo...-

-¿Crees que soy como mi familia?-

-¿Tú crees que yo lo soy?-

Ambos se quedaron mirándose a mitad de la cocina en silencio, ninguno tenía la respuesta pero ambos tenían miedo, era más fácil dar el paso de amarse cuando podían fingir quienes eran, pero ahora, ahora que tenían toda la verdad ante ellos las dudas y los miedos ataban sus corazones al suelo.

-Yo podría decirles...- la voz de la Jolene la madre de Milo los tomo por sorpresa haciendo que ambos limpiaran las lágrimas que comenzaban a correr entre sus mejillas- lo siento, no quería escuchar detrás de las paredes, pero... los veo amarse tanto, mirarse con tanta devoción y no poder acercarse por miedo, eso me mata-

-Madre no tienes que...- intento persuadirla sabiendo lo difícil que esos años fueron para ella, recordaba, recordaba momentos terribles en los que su padre gritaba y su madre lo protegía, pero también recordaba a ese padre que amaba, ¿Cuál podría ser real?

-Está bien Milo, el pasado quedo atrás, no me puede lastimar, y a ustedes tampoco. La verdad es que Leonardo y Maxine se amaron, en eso no tengo dudas, pero Leonardo jamás supo ser un ser humano, acabo con ella lentamente, y en consecuencia con el mismo, era un hombre con poder, que jamás entendió el valor de tu madre- miro a Nimet- por eso tu madre escapo, fingió que había muerto, tu padre vino por ella, no sé si su plan siempre fue enamorarla, o si de verdad se amaron desde la primera vez que se encontraron, pero nadie en el mundo se arriesgaría a tanto como lo hizo tu padre. Se la llevo justo ante sus ojos, y la mato para él, Maxine se quedó aquí, donde perdió la vida lentamente y Seher, fue la mujer que hizo pagar a Leonardo lentamente. Perder a tu madre fue la epitome de su existencia, fue malvado, y muchas veces pensé en abandonarlo, pero siempre le temí, siempre. Cuando encontró a tu madre nuevamente su locura se despertó, hizo cosas terribles, busco lo que nunca más tendría, y finalmente tu padre hizo lo que creyó correcto-

Ambos se miraron en la versión que escuchaban ambos el villano era Leonardo, tal cual como en sus recuerdos, quizá un tanto diferente, pero era el malo. En la memoria de Nimet el jamás amo a su madre y fue la venganza y el poder que lo enloqueció, mientras que la versión de Milo fue Kemal quien busco quitarlo del camino, por miedo a que aquella mujer le abandonara.

Esta versión, la versión de la persona que se sentó en una esquina a ver pasar su vida, fue, sin duda la que más se acercó a la verdad.

-No tengas miedo de tu sangre hijo... tú no eres tu padre- le acaricio el rostro con amor sintiéndose tan culpable por haberle permitido que su mente fuera manejada de esa manera desde niño.

Nimet miro a Milo aferrarse con fuerza a aquella barra, que tonta fue, que ingenua, Milo no tenía miedo de ella, de su pasado o de su carga, tenía miedo de él mismo, de ser como su padre, de que su hermano tuviera razón, y que su sangre cargara aquella maldición.

Jolene abrazo a Nimet dejando en claro que en ese lugar nadie cargaría jamás con ese peso de nuevo, tomo entre sus brazos a Melek para dejarlos solos; ella se acercó a un agobiado Milo, lloraba como un niño y sus nudillos se marcaban aferrados a la barra, la amaba, la amaba tanto que tenía miedo de sí mismo.

-Milo... Te amo...- dijo enlazando sus brazos de puntilla hasta su cuello- me duele haber perdido a Ferhat, fueron años difíciles, pero en mi corazón siempre tuviste un lugar, eres mi primer amor, y quiero que seas el ultimo. Perdóname si te entrego este corazón de luto, pero es lo único que tengo...-

-Mi Nimet- la abrazo por la cintura absorbiéndola por completo- te amo tanto, tanto que me drenaría esta sangre asquerosa por ti... al menos quien nos llamara padres no cargara conmigo-

-Eres el padre más amores y bueno que mi hija podría tener, tu eres nuestro ahora, y nosotras tuyas-

-Nimet, te amo- juntaron las frentes para fundirse en un beso

Ese beso lo esperaron durante años, ese beso era parte de un pasado doloroso, y ahora estaban aquí logrando ahogar ese dolor con toda esa pasión.

Milo la levanto en brazos para subir a su habitación. Quería tenerla, la necesitaba, en cuanto cerró la puerta de la habitación la tuvo desnudándose para él, conocía su cuerpo de memoria, y lo había extrañado con locura, desnuda se arrodillo frente a él para tomar lo que estaba en sus pantalones, lamio cada parte de su hombría sin quitarle la mirada, jamás se sintió tan bendecido como en ese momento, enredo sus manos en aquel largo cabello y le follo la boca con desespero.

La cama les quedo corta para todo lo que guardaban, el placer que sentia en sus brazos no lo sintió jamás, y aunque la culpa apareció por un momento, en cuanto las embestidas de Milo se volvieron más y más fuertes, su memoria se nublo. Toda ella era pasión, todo el desespero.

Ahora habían vuelto a ser uno, y para mala suerte del mundo el separarse de nuevo no era una opción, sus pieles se volvieron a encontrar y como la primera vez que la vio, el mundo cambio su ruta únicamente para que la pudiera mirar.

Pero la paz no era una opción para quienes viven con odio, y aquel hombre que celosamente les siguió los pasos llego a la oficina de la única persona que no sabía nada de ellos.

Carlo Lombardi no sabía lo que sucedía a sus espaldas, era Francesco quien mantenía sus ojos cerrados, el quería a su padre, pero no confiaba en él, tiempo atrás lo vio ejercer la fuerza de un Lombardi sobre su madre, y aunque la vida no le alcanzo para pedirle disculpas a su madre, sabía que en el fondo, siempre buscaría la venganza que creía que sus hermanos merecían.

Por ello cuando Eren Yildiz llego a él con aquella historia aberrante en los labios el mundo se despedazo para él. ¿Cómo podría ser posible que el hijo de su hermano tuviera entre sus brazos a una Demir? ¿Qué parte del mundo tuvo que congelarse para que ese par se amara?

Y peor aún... ¿Por qué ella le dio la espalda a su familia?

Tenía que ser una trampa, esa mujer no era más que una trampa, una mentira, un engaño. Y el, con sus propias manos se encargaría de terminar con el apellido Demir de ser necesario.

Porque ese nombre jamás volvería a quitarle nada, ni un hermano, ni un hijo, ni un sobrino, nada...

Yildiz vio con satisfacción sus mentiras crecer en su pecho, salió del lugar sintiéndose completo, regreso a Boston mirando engreído a ese intento de familia, caerían, claro que caerían, y entonces, esta vez, él seria quien la salvaría...

Porque no importaba lo que hiciera, no podría vivir sabiendo que la mujer que amaba no sería suya, ya había pasado por eso antes, verla casarse con ese hombre fue el peor de sus golpes, pero ahora verla caminar de la mano de Milo mientras fingían ser una familia suburbana normal le mermaba lenta y dolorosamente.

Por eso tomo toda aquella información que en el pasado la amistad que tuvo con Kadir le brindo y toco la puerta adecuada. Serian ellos quienes terminarían con todo, sería su propia sangre quien daría fin a todo esto. 

Pecador (En Pausa Indefinida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora