Presa de una obsesión [#1]

Capítulo 3

Hoy es lunes, el primer día de la semana y el que más odio.

Ya han pasado algunos días desde la fiesta. Mis amigas y yo nos encontrábamos en clase de biología. Mientras que Lea y Beatriz prestaban atención a el profesor. Yo tenía la cabeza en otra parte.

Me era imposible sacarme de la cabeza el beso que me dió Adam. Me sorprendió que yo le gustase. Ya que nunca habíamos sido cercanos, solamente coincidíamos en algunas clases.

—Hey Hera...shhhh— salgo de mis pensamientos al sentir que susurraban mi nombre.

Me volteo para ver quién me llamaba y era Beatriz, la cual me miraba con intriga.

—Dime—le digo en un susurro para que el profesor no nos pille.

—¿Que paso en la fiesta?

—Fiesta....de que hablas— le pregunté confundida.

—Con Adam tonta, últimamente andas en las nueves— me dice mirándome con reproche.

—Señoritas hay algo que quieran decir— nos dice el señor Harris, que se había acercado a nuestras mesas al ver que estábamos haciendo todo menos prestando atención.

—No nada—me apresuro a responder.

—Mmm... de acuerdo— dice para darse la vuelta y volver a la pizarra.

Una vez volvió a la pizarra me giro hacia Beatriz.

—Les cuento en el almuerzo— le digo en un susurro para volver a concentrarme en la clase.

(...)

Después de clases nos encontrábamos en la cafetería almorzando.

Les había contado a las chicas lo que pasó con Adam y ambas gritaron, literal, de la emoción que les causo aquello.

Ambas quedarían que yo por fin tuviera pareja ya que nunca he tenido. Por eso cada vez que algún chico se me acercaba, ellas siempre trataban de emparejarme con ese chico.

Aunque yo siempre les decía que no estaba interesada en un novio.

Seguimos conversando de otros temas hasta que una llamada de mi celular nos interrumpe.

—Ahora vuelvo— les digo y me levanto de la mesa para ir a contestar la llamada.

DE NÚMERO DESCONOCIDO.

—Diga— respondo enterando en el baño.

Nadie dice nada, lo único que locro escuchar es una pesada respiración.

—Hola, ¿quien habla?— vuelvo a preguntar obteniendo el mismo resultado.

Al final cuelgo la llamada al ver que nadie me responde.

Iba a salir del baño cuando vuelve a sonar mi teléfono. Sin ver quién era simplemente contesto la llamada, enojada.

—Oiga si está es una broma más le vale no volver a molestarme— iba a colgar la llamada cuando la voz escalofriante de un hombre me interrumpió.

—Hera....

Me quedo congelada al escuchar esa escalofríante voz decir mi nombre.

—¿Si?— pregunto sin poder evitar que la voz me salga temblorosa.

La línea se quedó en un silencio, hasta que cuando iba a volver a hablar la persona que me llamo colgó de manera repentina.

Temblando de los nervios que me produjo aquella llamada, me apoyo en la pared del baño respirando.

Salgo del baño volviendo a la mesa con mis amigas fingiendo normalidad e ignorando la llamada. Pensando que era alguna mala broma de algún compañero del colegio por haber sabido mi nombre.

Sin saber que después me daría cuenta de lo equivocada que estaba...