Capítulo 5

3.6K 144 0
                                    

Ya a pasado un día desde aquello.

Recuerdo que me desperté en mi cama tapada con las sábanas, deseé que fuera una pesadilla pero me di cuenta que no al ver que tenía moretones en mis brazos y en mi cadera.

Ahora mismo me encontraba en el colegio, en clases, pero tenía la cabeza en otra parte, más bien en aquel encuentro.

—Señorita Müller, señorita Müller.

Dejo de pensar en aquello al ver que la profesora Morales estaba parada frente a mi con los brazos cruzados y una expresión en su rostro de amargura

—Esta prestando atención a la clase?— me pregunta con una ceja alzada.

—Eee... si.

—Bueno entonces— cruza sus brazos sobre su pecho— que estaba diciendo?

—Emmm...— me quedo muda sin saber que responder.

—Su silencio es mi respuesta— antes de volver a la pizarra me mira y dice:— y por favor presta atención a la clase si no quiere ir a detención.

Agachó la cabeza al escuchar las risas de mis compañeros <que vergüenza>.

—Oye, ¿estás bien?— me pregunta Lea con una voz expresión de preocupación en su rostro.

—Si solo... no dormí bien anoche— le respondo tratando de poner la sonrisa más genuina de mi vida, para no preocuparla.

—Okey— me dice antes de volver su atención a la pizarra, haciendo yo lo mismo.

(...)

Nos encontrábamos sentadas en nuestra mesa en la cafetería. Yo no tenía tanta hambre por lo que solo decidí almorzar una ensalada.

Las chicas se encontraban hablando animadas mientras yo, lo único que hacía era responder con respuestas pequeñas.

—Está semana es el partido de fútbol— dice Beatriz.

—¿Piensan ir?— les pregunto y ambas me miran para luego preguntar.

—Querrás decir iremos, las tres— dice Lea mientras nos señalaba a las tres con la mano.

—Si yo... No pienso ir— les digo haciendo que ambas me miren con incredulidad.

—¡Pero si nunca nos perdemos un partido!— dice en un berrinche Beatriz.

—Es que no tengo ganas de...

No puedo terminar la frase porque a lo lejos, en el pasillo ví a Adam, mirando hacia los lados como si estuviera buscando a alguien.

Y cuando su mirada choca con la mía, empieza a caminar a paso rápido hacia donde me encuentro. Rápidamente me paro de la mesa diciéndole a las chicas:

—Voy un minuto al baño— no las dejo ni responder cuando ya me encuentro caminando a toda prisa hacia el baño, huyendo de Adam.

—¡Hera, Hera!— escucho como grita mi nombre mientras me persigue.

Tenía pensado parar y hablar civilizadamente con el, pero me viene a la cabeza lo que dijeron aquellos hombres.

No te puedes acercar a él o sino, no vivirá para contarlo..

Por esa razón huía de el, porque tenía que la amenaza de aquellos hombres se hiciera realidad.

Llegó al baño cerrando la puerta con seguro, apoyándome en esta mientras respiro tratando de calmarme.

Cuando no escucho más sus pasos y el sonido de su voz llamándome me tranquilizo, y cuando estoy a punto de salir del baño, un pequeño llanto de hace detenerme.

Me acerco sigilosa a dónde de escuchaba el llanto para descubrir a dos chicas, una de ellas, la que estaba llorando, de pelo rubio y ojos grises, que se encontraba apoyada en la pared mientras lloraba.

Mientras que la otra chica que la consolaba, era de pelo castaño corto a la altura de su cuello y unos increíbles ojos verdes.

Sin poder evitarlo me acerco a ellas haciendo que noten mi presencia.

—Hola, estás bien?— le pregunto a la rubia, que se había enderezado mientras secaba sus lágrimas.

—Si— me responde ella haciendo un intento por sonreír.

—Soy Hera, un gusto.

—Yo soy Lila, y ella es Mónica— dice la castaña llamada Lila mientras señala a la rubia.

—Bueno... ¿Por qué llorabas?— les pregunto antes de volver a hablar—si no quieres no me lo dices claro.

—No solo...— dice Mónica pero Lila la interrumpe.

—Somos nuevas, y digamos que no hemos sido bien recibidas, además de que no conocemos a nadie aqui— dice con una mueca.

—Bueno ahora me conocen a mi— les digo.

Nos quedamos unos segundos en un silencio, hasta que les pregunto:

—Quisieran ir con mis amigas a nuestra mesa de la cafeteria... para conocernos mejor y eso— les pregunto con una sonrisa tímida.

—Esta bien—Reponde Mónica.

(...)

Un rato después, nos encontrábamos las cinco en un parque charlando animadamente.

A Beatriz y Lea les callo de maravilla Lila y Mónica, e incluso pareciera como si nos conociéramos de toda la vida.

Intercambiamos los números de celular y quedamos de vernos en el colegio mañana.

Me encontraba feliz, ya que había conseguido nuevas amigas, y eso de alguna manera lograba tranquilizarme de todo lo había pasado en los últimos días.






















Presa de una obsesión [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora