Capítulo 4

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Llegó a casa del colegio a las 6 pm. Mis padres no se encontraban en casa ya que tenían una conferencia por su trabajo, ambos son doctores.

Me voy hacia mi cuarto para quitarme la ropa y ponerme una más cómoda en la cual consistía unos shorts cortos y una blusa de tirantes pegada al cuerpo.

No teniendo nada que hacer decido ponerme a ver una nueva serie que HBO extreno llamada House Of the Daragon. Preparo unas palomitas de maíz y agarro una Coca cola del refrigerador para tenerlos de snacks.

Ya teniendo todo preparado me acomodo en el sillón dándole play al la TV.

(...)

Estaba tranquila viendo la serie cuando un ruido del patio me distrajo, decido ignorarlo pero algo vuelve a sonar con mucha más fuerza.

—Joder, qué estará molestando a la una de la mañana— me preguntó en un susurro volviendo a escuchar el ruido.

Decidida a ver qué era ese ruido me levanto del sillón encaminandome hacia el patio trasero de la casa.  Salgo a fuera sintiendo como el frío cala mis estremidades mandándome escalofríos.

—Debi haber cogido un suéter.

Reviso el patio buscando que pudo haber hecho aquel sonido pero no pude ver qué lo había causado.

Me doy la vuelta cuando siento el sonido de una rama quebrar tras de mi para ver la figura de tres hombres. No le puede apreciar la cara debido a la oscuridad de había en ese momento.

Sintiéndome atrevida les pregunto:

—Hola... Necesitan algo— ellos no me responden sino, se me quedan viendo fijamente.

—Necesitan algo...— les pregunto con más insistente, pero al ver que no responden me doy la vuelta dispuesta a volver a la casa.

Pero ni si quiera pude alcanzar la manilla de la puerta cuando alguien me sujeta fuertemente colocando una mano sobre mi boca. Sujetando su mano en mi cintura fuertemente.

—Shhh..— susurra uno de ellos a mi costado.

Me empiezo a mover como un pez fuera del agua, aterrada.

—Te vamos a soltar la boca pero no puedes gritar, o si no las pagarás, okey— susurra una voz escalofriante en mi oído, mientras siento como aprietan el agarre en mi cintura.

Rápidamente asiento con la cabeza sintiendo los ojos a punto de explotar en lágrimas por el pánico de la situación.

—Buena chica— susurra otra voz, una más relajada pero igual de horrorosa. Mientras el que me sujeta quita lentamente su mano de mi boca acariciando mi mandíbula.

Tiemblo por esa acción, sintiéndome más aterrorizada. Una vez que quita su mano de mi boca empiezo a respirar entrecortadamente.

—Quienes sois?...que queréis de mi— la pregunta sale temblorosa. Porque sentía que si hablaba fuerte en cualquier momento me iba a desmoronar.

—Quienes somos lo sabrás más adelante Kleiner Hase— dice la tercera voz con una voz cargada de diversión mientras yo tiemblo en brazos del primer sujeto:—Que queremos.... Te queremos a ti.

—¿Que?...—pregunto sin poder evitar llorar al sentir que el que me sujeta va subiendo su mano hasta detenerla debajo de mi ceno izquierdo dando una caricia.

—Eres nuestra Hera, nuestra mujer por eso, no puedes estar con otros hombres que no seamos nosotros hübsch— dice el que me sujetaba.

—Yo no estoy con otros hombres... por favor déjenme—les digo llorando.

—No nos mientas, nosotros sabemos todo sobre tí— da una pausa— e incluso de tu beso con Adan— dice mientras aprieta a una más si es posible su agarre sobre mi, diciendo el nombre de Adán con un odio que me aterro.

—Por favor, no le hagan nada— digo al pensar que le hagan daño.

—Eso depende de ti Hera.

— Que tengo que hacer— pregunto.

—Es simple, no te puedes acercar a él o sino— paro para soltar una demoníaca risa que me paralizó el cuerpo— No vivirá para contarlo.

Me estremezco del miedo a la vez que mi llanto aumenta haciéndome imposible poder hablar. Lo único que se escuchaba en aquel patio eran mis llantos y las risas y amenazas de aquellos hombres.

—No llores hübsch— me dice uno de ellos, paro a estás alturas no logro identificar a cual, el sigue diciendo:— simplemente no te puedes acercar a le vale, lo harás verdad?

Rápidamente asiento con la cabeza varias veces.

—Okey— dice, y el que me sujeta me libera.

Aprovecho rápidamente para correr hacia la casa y refugiarme en ella, pero no pude seguir ya que uno de ellos me pegó fuertemente en la cabeza haciendo que callera en el piso casi desmayada.

Mientras ciento que en cualquier momento voy a caer el inconsciencia, cuento un fuerte cuerpo levantarme del piso donde estaba tirada.

Lo próximo que siento es la suavidad del colchón de mi cama debajo de mi, mientas alguien me arropa con las sábanas.

Y antes de caer dormida o inconsciente siento tres siniestras voces susurrar lo mismo:

Eres nuestra mujer Hera, no lo olvides, nuestra.

Es lo último que escucho antes de caer dormida o desmayada.


Hübsch: Bonita

Kleiner Hase: Conejito

En Alemán.

Presa de una obsesión [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora