Capítulo 35

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Durante las horas que quedaban de viaje habían estado en el más estricto silencio, ya que el más mínimo ruido podría alertar a los bandidos allá donde estuvieran. El llegar antes la alegraba, ya que podría estar antes con Shoku y con Sasuke, los echaba de menos a los dos. Una parte de ella tenía miedo de lo que sucedería cuando llegaran, ya que le preocupaba lo que podría pasar cuando Sasuke viera a su madre. Pensándolo bien, era algo que no podía evitarse, era algo que iba a pasar igual y, el momento que tanto había temido, había llegado.

El cielo empezó a aclararse cuando estaban a poco camino de su destino, el corazón de ella latía fuerte en su pecho por el nerviosismo del reencuentro. Al llegar a la entrada del pueblo, algunos de ellos ya estaban despiertos, por lo que Hinata se bajó de su yegua. Al hacerlo, la mujer y el caballero la imitaron.

La mayor vio como la joven se detenía hablando unos segundos con un hombre y le entregaba un pequeño saco, para después despedirse y continuar con su camino. Al llegar a casa, caminó directamente a los establos. Lo mas probable era que ninguno de los dos hubiera despertado todavía, lo cual no era raro, el trabajo de ellos con el pueblo no dependía de que se levantaran temprano.

-Pueden dejar sus caballos en el establo – pronunció la joven antes de entrar -.

-Gracias - contestó la mayor, dejando que Shisui tomara sus riendas-.

La mujer esperó fuera del establo a que ellos les quitaran las monturas y les proporcionaran agua y algo de comida. Hinata se acercó al caballo de Sasuke y le acarició como él le estaba pidiendo.

-Ya la tienes aquí, no me he ido mucho tiempo – Shisui pudo ver como Hinata rascaba ligeramente al corcel-.

Ambos salieron del establo encontrándose con la mujer que estaba tomando el ligero son de la mañana. De repente escuchó un portazo, lo que la hizo sonreír y un grito por parte de un niño, su niño. Vio por el rabillo del ojo que Shisui se colocaba delante de la mujer y empezó a escuchar el metal al empezar a desenvainar la espada, pero antes de que pudiera terminar de hacerlo o si quiera llegar a la mitad, el caballero sintió el frio acero en su cuello.

Al mirar pudo ver a la joven con una expresión seria casi aterradora, con el brazo esturado y empuñando la daga que tenía en el cuello. Él era uno de los mejores guerreros y con unos reflejos prodigiosos, pero no pudo prever esa acción por parte de ella.

-En mi casa no – aquel tono de voz heló la sangre de Mikoto -.

Al escuchar como la envainaba ella envainó su daga. Lo habían hecho justo antes de que Shoku apareciera con la esquina y que empezara a correr hacia ellos. Ella cambio su expresión a una sonrisa, corrió ligeramente hacia él y lo tomo en brazo.

-Mami – el pequeño se abrazó a ella con fuerza mientras que sonreía feliz -. Has vuelto pronto.

-Mi niño, te dije que mami volvería pronto para poder estar contigo rápido.

-Papi está en casa – dijo el pequeño en un susurro mirando a las personas que se encontraban tras ella, ya que a él no le gustaban las personas que no conocía-.

-Lo sé mi niño, ahora te voy a presentar

El asiente, por lo que ella lo deja en el suelo viendo cómo se acercaban.

-Él es Shoku mi hijo.

-Encantado, señor y señora – pronunció educadamente mientras que hacía una reverencia -.

-Hola pequeño - dijo la mujer de forma mas jovial de lo que Hinata hubiera esperado -.

Shisui simplemente asiente como saludando al niño. Shoku toma la mano de su madre y empieza a caminar con ella guiándola a la casa y se notaba que estaba sumamente feliz de que su madre hubiera llegado ya a casa. Aquello en cierto modo tranquilizo a la mujer porque eso significaba que si ella era quien ella creía, su hijo solo se había quedado allí y ella tenía un marido, lo que significaba que su hijo no dudaría en volverse con ella.

Destinos cruzados (SasuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora