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Esta es mi cuarta salida con Nicoletta y nunca me había sentido así con una mujer, mi adorada Nico como quería que le dijera, vino a Milán en busca de otro ambiente, es oriunda de Roma y estaba hastiada de lo agitada que era esa ciudad, aunque esta no se quedaba atrás, según ella Milán tenía algo que no tenían otras ciudades de Italia, no sabía bien que era, pero lo tenía.

Esta vez ella escogió el lugar para visitar, aunque trabajaba en el mundo del arte no era muy aficionado a la opera y en ese momento estaba vestido con un traje color negro y una pajarita del mismo color conduciendo al piso de Nicoletta— me encantaba su nombre y así le diría— que compartía con una amiga. Llegué y llamé al intercomunicador, su amiga me dijo que en unos minutos bajaba, caminé de nuevo a mi auto y me recosté a la puerta del copiloto.

A los pocos minutos oí el portón del edificio abrirse dejándome ver a la mujer que me había arrancado muchos suspiros y muchas sonrisas en las últimas semanas, sus ondas caramelo recogidas en un moño algo descuidado, sus labios rojos como el fuego al igual que su vestido estilo romano mangas largas. De inmediato me erguí sonriente y ella se acercó a mí dándome un leve roce de labios que me dejó estático por unos segundos.

— ¿Nos vamos ya? — Me sonrió

Yo asentí y abrí la puerta para que subiera,cerré cuando subió y me quedé viéndola unos segundos por el cristal de laventana, esos segundos fueron cruciales para mi vida porque había descubiertouna cosa, me había enamorado.

BARCO DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora