-16-

2 0 0
                                    

Al otro día Nicoletta despertó tarde, yo me había quedado toda la noche en vela cuidando su sueño, la enfermera que la atendía me dijo que hacía mucho que ella no dormía tan en calma que como lo hizo esa noche, pregunté por su estado de salud y solo me contestó que no estaba autorizada para decírmelo.

— Es cierto que estas aquí— le oí decir sonriente—, pensé que eras un delirio de mi mente.

— Aquí estoy mi amor— besé el dorso de su mano—, no pienso irme hasta que estés bien.

— Eso es imposible Stefano—su sonrisa se entristeció de nuevo—, no voy a mejorar.

— Eso no lo decides tú, eso lo decidirán los médicos que te tratan.

— Desde hace mucho que ya no veo a un doctor.

— Entonces ya mismo buscaremos a uno— me levanté del asiento que estaba ocupando desde que había llegado a su habitación para tomar el celular de mi chaqueta.

— No lo hagas porque no va a funcionar.

— ¿Cómo lo sabes? — Le protesté—, ¿acaso eres médico para saberlo?

— No soy doctor, pero si sé lo que tengo.

— Entonces dime que es lo que tienes.

— Cáncer Stefano, tengo cáncer.

BARCO DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora