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Seis letras habían volteado mi mundo dejándolo de cabeza, la mujer de mi vida acababa de decirme que tenía cáncer y por primera vez en mucho tiempo sentía un terrible miedo.

— ¿Escuché bien? — Todo mi ser quería que fuera una equivocación.

— Perfectamente— confirmó— tengo cáncer pulmonar en fase terminal.

— Eso quiere decir que...

— Eso quiere decir que en cualquier momento voy a morir Stefano.

De inmediato el llanto se apoderó de mí, mi chica de sonrisa hermosa estaba a punto de morir y no podía hacer nada para remediarlo.

— ¿Desde cuándo lo sabías?

— Si quieres saber que si lo sabía cuando te conocí, la respuesta es sí. Lo sabía desde antes de mudarme a Milán.

— ¡Porque no me lo dijiste! Merecía saberlo.

— Lo sé y te pido disculpas, sin embargo nunca pensé que lo nuestro llegaría a tanto, para serte sincera no pensé que llegaría a vivir tanto tiempo.

— Era por eso tu incomodidad al hablar de tiempo. Es por eso que te fuiste.

— No quería atarte a nada, soy una condenada a muerte. Conmigo no hubieses hecho nada de lo que soñabas.

— Eso solo dependía y depende de mí, yo soy el que decido lo que haré o no con mi vida— le dije en tono serio a pesar que las lágrimas me impedían hablar.

— Eso también lo sé y nuevamente me disculpo por eso.

— ¿Hace cuanto tienes cáncer?

— La primera vez fue hace tres años y medio, me dio un tipo de cáncer en la tráquea que solo le da a una persona entre tres mil quinientas, chica con suerte— sonríe triste—. Realicé mi tratamiento y las quimioterapias necesarias para erradicar las células cancerígenas luego de la extracción del tumor, año y medio después volví hacerme el último examen que confirmaría si habría o no sacado el cáncer de mi sistema inmunológico, pero resultó que se me había pasado a los pulmones, tras casi un año de tratamiento no había resultados favorables así que hablé con mi médico y le dije que no haría más nada, quería disfrutar lo que me quedara de vida. Si iba a morir no lo haría encerrada en un hospital.

— Entonces decidiste irte a Milán y vivir tu vida.

— Fue cuando decidí irme de Roma, en Milán disfrute de muchas cosas, aunque nunca viví una vida.

— ¿Y cuando fue que empezaste a vivir una vida?

— Cuando te conocí.

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