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No podía creer que ya llevábamos dos meses saliendo, aun no le había dicho que la amaba, sin embargo, creo que ella estaba completamente segura que era así y lo que menos podía creerme era que no me la había llevado a la cama aun, antes de ella si conocía a una chica a la segunda cita ya me hubiese acostado con ella, pero no, con esa mujer no podía hacerlo, cada momento junto a ella era único y arruinarlo con sexo no valía la pena. Eso del amor a primera vista no lo creía hasta que conocí a Nicoletta, ella llegó a mi vida para hacerme ver que no todo era el trabajo y mucho menos que estar sin pareja era estar bien. Esa chica de ojos claros y cabello color dulce con su sonrisa y su manera de ser despistada me había atrapado por entero.

— ¿Ya puedo abrir los ojos? — Me preguntó impaciente. Le había hecho venir a mi piso para mostrarle una sorpresa.

— Espero que te guste— le susurré al oído abrazándola por la espalda, quité mi mano para que pudiera ver y un silencio se impuso en toda la habitación.

Nicoletta daba pasos cortos y lentos hacia la pared que tenia fotos nuestras, nos habíamos tomados tantas fotos en todos los sitios a los que visitábamos que pude hacer un collage que abarcaba toda la pared. Su reacción me tenía intrigado, veía cada foto con detenimiento y sonreía, me acerqué mas a la pared para detallar mejor sus facciones delicadas hasta que vi una lágrima rodar por su mejilla.

— ¿Es por felicidad o porque lo he arruinado? — Le pregunté inseguro.

— Desde que te conocí Stefano, no ve visto la primera vez que lo hayas arruinado, solo has acertado cada uno de nuestros encuentros— se acercó a mí y me dio ese típico roce de labios que ya estaba acostumbrado.

BARCO DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora