11. ¿LA NOCHE DE RECONCILIACIÓN?

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MARATÓN (1/?)

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MARATÓN (1/?)

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EL SILENCIO ERA COMPRENSIBLE, pero la tensión podía tocarse con los dedos y Ellie era testigo de ello.

Podía notar como Joel miraba a Olivia, tantas veces, que había perdido la cuenta.
Aunque aún le parecía extraño, comenzaba a notar la forma en la que este la miraba, también pudo notar aquella chispa en Tess pero sin duda, al mirar a Olivia, esa chispa parecía salir de sus ojos, pero le resultaba extraño cómo este repelía todo contacto con Olivia.

— ¿Falta mucho para llegar? — preguntó Ellie, rompiendo aquel silencio.

Ambos adultos, sincronizadamente la miraron, sin poder evitar mirarse a los ojos.

— ¡Sí! — mencionó Joel con aquella voz y actitud que le caracterizaba, Ellie rodó los ojos, apenas este le dio la espalda.

— No mucho, Ellie — comentó Olivia con voz dulce. La castaña sonrió ante su respuesta, antes de que, nuevamente el silencio se hiciera presente.

Ellie pensaba que Joel era un completo patán y Olivia era demasiado dulce como para estar casada con él. Preguntándose si este, en algún punto fue feliz o si había nacido así por defecto,  sin embargo, todo aquello fue despejado de su memoria. Lo que menos deseaba era una riña con Joel.

El camino era agotador, el sol pegaba contra sus rostros, produciendo que sudarán, acto que a Ellie le desagradaba, en especial cuando las duchas parecían inexistentes en su andar.
La menor jugaba detrás de ellos, contando sus pasos, las nubes o incluso las veces en las que Joel bufaba al escuchar su voz pero sin duda, esta comenzaba a aburrirse.

¿Y qué mejor entretenimiento que mirar cada defecto de Joel?.

Este no hacía gran cosa para el gusto de Ellie, tener cara de orto.
Pero, algo llamó su atención. Estaba más que confirmado que Joel era como el perro de Olivia. Todo lo que esta dijera, se haría, a pesar de que este evitaba su cercanía y contacto. Por lo que le resultaba gracioso mirar el ligero nerviosismo cuando se dirigía a ella, desde las palabras hasta un simple gesto.

Ambos adultos caminaban a la par, por lo que pudo notar la diferencia de estaturas y cómo en ocasiones, la distancia se acortaba o agrandecía, pero lo que destacaba de aquel acto, era la proximidad de sus dedos, como si este deseara rozar su piel contra ella.

De vez en cuando este miraba a Olivia de reojo, notando cómo el sol impactaba contra su rostro y justo regresaba su mirada hacia el frente cuando esta parecía notarlo.
Y no podía evitar, y nunca quería hacerlo, nunca quería dejar de mirarla.

— ¿Crees que estén aquí? — preguntó Olivia al detenerse en la entrada.

Joel se encogió de hombros antes de digitar la clave y que la puerta se abriera.

METAMORPHOSIS | JOEL MILLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora