17. LA FOGATA

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Tres meses habían transcurrido desde la muerte de Henry y Sam. El clima cálido y reconfortante había sido sustituido por un infernal frío.

Olivia miraba a Ellie jugar con la nieve, a pesar de que había advertido que la menor se congelaría las manos de seguir jugando.
La rubia rió al ver que un mal movimiento había provocado que la castaña cayera en el frío piso.
Ellie la miró con rapidez, maldiciendo sentir su trasero frío y mojado. No había falta de palabras, podía notar el ❝ te lo dije  ❞ en el rostro de Olivia. Haciendo que la menor, riera antes de levantarse de su sitio y continuara jugando.

La rubia la miró por última vez antes de entrar en la cabaña que ilegalmente habían irrumpido.

— ¿Todo bien? — preguntó con preocupación al mirar a Joel perdido entre sus sentimientos.

Este suspiró agotado antes de mirarla y asentir.
Olivia se acercó a él para tomar su rostro entre sus manos e inspeccionar si aquello era mentira.
Joel sonrió lo mejor que pudo, sintiendo la cálida mano de Olivia, trazando líneas dispersas por todo su rostro.

— ¿Seguro? — volvió a preguntar, apreciando el cansancio en los ojos del mayor.

Este aprovechó el momento para situar sus manos en la cintura de Olivia, sintiendo su cuerpo tensarse ante las caricias que proporcionaba.

— Sí — Joel no pudo evitar suspirar de nuevo, el motivo de aquello, era la cercanía y el calor que emanaba Olivia, deseando que, pudieran estar así de cerca por más tiempo.

— ¿Es hora de irnos? — preguntó la rubia mientras Joel cerraba los ojos ante sus caricias. Olivia sonrió ante ello, sintiéndose como en aquellos años de juventud cuando todo estaba bien, cuando tenía una vida feliz con Joel. El mayor asintió, arrepintiéndose ante su propio acto al ver cómo Olivia se alejaba de él.

En un impulso y con rapidez, tiró de su mano para acercarla y fundir sus labios en un gentil y delicado beso.
Olivia sonrió antes de besar por última vez sus labios.
Joel sonrió mientras miraba el mapa en la mesa.

Ellie, a los pocos minutos, irrumpió en el lugar, dejando huellas contundentes de nieve.

— Alguien está afuera — ambos se miraron alertas antes de obligar a Ellie a ponerse detrás de ellos.

Olivia suponía que se trataba de las personas que vivían ahí.

Ellie, expectante, no pudo evitar  pensar en aquel cuento que había leído años atrás,  Ricitos de oro y los tres osos. Le resultaba gracioso ya que ellos eran tres, Joel era el viejo y gruñón oso, Olivia la mamá osa y ella, era el pequeño oso, aunque aquello no concordaba del todo porque estaba claro que Ricitos de oro era quién irrumpía en su hogar, aunque aquello para Ellie era irrelevante, no podía evitar mantener su enfoque en la familia de osos.

METAMORPHOSIS | JOEL MILLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora