fotos de boda y trajes de pingüino

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Seungkwan se dice a si mismo que nunca va a casarse.

No cuando ha visto y vivido en carne propia lo ajetreado que resulta organizar una boda.

Resopla mientras pasa las hojas de su agenda con una mano y con la otra va tachando las cosas que ha terminado.

Posa sus ojos en ese espacio del papel que dice: "Sesión de fotos: Yura y Wonwoo".

Por fin luego de un par de días después del desastroso domingo, se siente mucho mejor, pero no por eso menos atormentado por la culpa.

De hecho había tenido la oportunidad de hablar con sus amigos y disculparse hasta el cansancio con ellos. Aún así, no tuvo el valor de contactar a Hansol y decirle lo mucho que se avergonzaba de sus acciones.

Promete que va a pedir perdón, pero el recuerdo de aquellas palabras son como una amenaza constante que le acelera el ritmo cardíaco y hace que sus manos suden sin que esté pasando nada aún. "Pero pasará" y eso es lo que lo deja intranquilo, incluso le arrebata el sueño de algunas noches.

Está sentado en el estudio de fotografía donde trabaja, esperando paciente a que lleguen sus amigos para que así pueda empezar con la sesión, les dijo a ambos que eso era lo único con lo que les podía ayudar en cuanto a los gastos de su boda y aunque la pareja le insistió mucho en que no tenía por qué regalar su trabajo, Seungkwan tuvo que amenazarlos con no ir a su fiesta si le pagaban.

Al final aceptaron el regalo que les estaba haciendo.

Sus amigos de la universidad habían tenido mucha suerte en el campo laboral de sus carreras, la especialidad de Jeonghan era el marketing y la publicidad, Seokmin y Mingyu habían optado por diseño de publicidad, Wonwoo había encontrado un buen empleo como productor de videos musicales en una agencia grande del país, y por supuesto, Hansol, que actualmente había tomado las riendas de la casa de moda de su familia.

Él era el único que parecía llevar la vida más sencilla. Muchas veces le ofrecieron diversas ofertas que no terminaban de convencerlo, incluso si era perfectamente capaz de dirigir el área publicitaria de diversas empresas, una parte de su corazón siempre le dijo que no fuera por ese camino.

Un par de años después de que se graduara como Master en artes, comprendió que ejercer su libertad también suponía asumir las consecuencias de negarse a seguir las normas de la sociedad.

Mucho tiempo su madre, cariñosa pero incapaz de entenderlo se quejó de él diciéndole que sólo los mediocres vivían de sus sueños, incluso sus amigos a veces parecían tenerle una especie de lastima que le expresaban disfrazada de propuestas de trabajo o de palmaditas en su espalda como si Seungkwan fuera un ser humano miserable.

Había aprendido a vivir con el peso de sus decisiones, pero era en momentos como los de su presente cuando esas pequeñas heridas salían a relucir en todo su esplendor. Una boda y los gastos de una boda...

Juega con el bolígrafo entre sus dedos y se pregunta que cara pondría su mamá si le dijera que se va a casar en su sala, que el menú serán sopas instantáneas, y que en lugar de traje, quiere usar un vestido de novia.

Seguramente le dejaría de hablar por el resto de su vida, y como no quiere que eso suceda prefiere burlarse de sus excentricidades y alejar la idea de su cabeza antes de que su terquedad le de el valor de hacer realidad esa estupidez.

La campanita de la puerta suena y lo devuelva al presente.

Han llegado sus amigos, lo primero que hace Wonwoo es agarrarlo del brazo y maldecirlo  entre risas. Seungkwan sabe que sólo esta jugando luego de lo que pasó en su despedida de soltero. Yura los observa y roda los ojos. Cuando se han calmado, conduce a la mujer hacia los vestidores para chicas del estudio y a su amigo lo lleva por otro lado, ella se va a poner el vestido con el que se casó su madre y él va a usar un smoking del padre de su novia. 

La razón por la que se dan segundas oportunidades  (Hansol/seungkwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora