odiar las reglas no significa ser rebelde

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El día que un chico de su clase de historia del arte llamado Mingyu lo eligió para compartir mesa en el salón, su vida empezó a recibir algunas visitas inesperadas.

Primero pensó que los amigos del chico solo se estaban burlando de él como casi toda la universidad lo hacía después de lo que hizo en el aquel fatídico concurso de talentos de la escuela, y cuando fueron presentados supo que efectivamente, se burlaban, pero eran un grupo tan raro, que de inmediato sintió una palmadita de bienvenida a él y a todas sus rarezas (al menos a la mayoría).

Conoció a Mingyu, a SeokMin, a Jeonghan a Wonwoo y a Seungkwan, todos diferentes entre si, pero unidos como con pegamento transparente y trocitos de papel de colores que los hacía entrar en una preciosa armonía. Hansol no se sentía fuera del grupo, pero siempre tuvo presente la noción de que él era ese confeti que se despegaba con facilidad de los demás.

Con el paso de los meses se hicieron muy cercanos, y cada vez que se reinscribieron trataron de quedar en los mismos grupos solo para estar muy cerca y llegar juntos a la meta de la universidad.

En el camino un par de cosas sucedieron, peleas, desacuerdos, salidas a escondidas de las clases, exámenes reprobados, regaños de profesores y amor, novias por aquí, novios por allá, besos con desconocidos en fiestas de bajo presupuesto con otra gente de la carrera, proyectos fallidos, proyectos exitosos, y Boo Seungkwan.

Boo Seungkwan cuando despertaba, cuando desayunaba, cuando estaba en clases, cuando no estaba en clases, mientras cenaba, mientras se bañaba, Boo Seungkwan en sus sueños.

Hansol se sentía abrumado, pues recordaba que solo en contadas ocasiones había experimentado las emociones del amor. Empezó a pensar en cosas que antes no le habían preocupado en lo más mínimo; como su apariencia, si olía bien o si su sonrisa era linda. Siempre había sido el blanco de cumplidos sobre sus aspecto físico, es decir, era guapo, y se lo habían hecho saber desde que era un niño. Pero, cuando Seungkwan le empezó a gustar más que como un amigo, se sintió confundido.

En el pasado, declaró genuinamente no entender a las personas que en San Valentín se le confesaban ofreciéndole una caja de chocolates a cambio de su amor, no le interesaba realmente y cada relación que llegó a aceptar fue siempre desastrosa.

Sin embargo, cuando ese ser con nombre y apellido llegó a su vida, con su nulo reconocimiento del espacio personal, sus risas contagiosas, la forma en la que deliberadamente decidía hacer el ridículo para divertir a los demás, Hansol comenzó a comprender a las dos chicas con las que había salido en el pasado.

Estar con él era pura dulzura, siempre con esos pómulos que lo hacían ver como una ardilla con los mofletes llenos de comida, el mero sonido de su voz lo ponía de buen humor incluso en los días más amargos de la universidad, en Seungkwan encontro una compañía particular, una que le dejaba el espacio suficiente para respirar, pero que era capaz de estar a su lado durante largas llamadas de media noche.

Para alguien que creció escuchando a los demás hablar de lo bonito que era, de sus ojos amielados, de su belleza hilarante, fue una bocanada de aire fresco saber que había entre sus amigos, un chico al que le interesaban más sus defectos que sus virtudes. Su personalidad introvertida, sus dibujos feos, la mente distraída que tenía, las arrugas de su piel, sus granitos, y su entusiasmo a la hora de hablar de las cosas que le gustaban. Toda su fealdad se sentía contenta de pasar el tiempo con Seungkwan, se sentía amado desde los lugares más honestos de su carne.

Por eso una tarde del último día de enero luego de las clases, entró a su cuarto y lo primero que hizo fue señalar en su calendario con una estampilla en forma de estrella, el día 14 de febrero, poniéndole un límite al inmenso cariño que lo arrastraba hacia lugares confusos. Decidiendo que ese día dejaría de contener los fuertes latidos de su corazón que amenazaban con estallarle el pecho cada vez que tenía al otro cerca.

La razón por la que se dan segundas oportunidades  (Hansol/seungkwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora