"BIENVENIDAS Y DESPEDIDAS."

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ʟɢᴜɴᴀꜱ ʟᴇʏᴇɴᴅᴀꜱ ꜱᴏɴ ᴄᴏɴᴛᴀᴅᴀꜱ ᴀʟɢᴜɴᴏꜱ ꜱᴇ ᴄᴏɴᴠɪᴇʀᴛᴇɴ ᴇɴ ᴘᴏʟᴠᴏ ᴏ ᴇɴ ᴏʀᴏ

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ʟɢᴜɴᴀꜱ ʟᴇʏᴇɴᴅᴀꜱ ꜱᴏɴ ᴄᴏɴᴛᴀᴅᴀꜱ ᴀʟɢᴜɴᴏꜱ ꜱᴇ ᴄᴏɴᴠɪᴇʀᴛᴇɴ ᴇɴ ᴘᴏʟᴠᴏ ᴏ ᴇɴ ᴏʀᴏ. ᴘᴇʀᴏ ᴍᴇ ʀᴇᴄᴏʀᴅᴀʀÁꜱ, ᴍᴇ ʀᴇᴄᴏʀᴅᴀʀÁꜱ ᴘᴏʀ ꜱɪɢʟᴏꜱ.
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La noche era oscura, la pesadez en el viento mientras una tormenta sacudía las embarcaciones que luchaban mar a dentro. Las grandes olas amenazaban con partir los barcos y enterrarlos para siempre en lo más profundo del mar Angosto.

En tierra Daemon luchaba con un par de hombres que aún quedaban en pie, el sudor, la sangre, el agua de la lluvia que caía sobre sus cuerpos y rostro, mezclado con la adrenalina e impotencia. Apretando el mango de su espada, el Targeryen derribó a cada uno de sus enemigos, luchaba con ferocidad mientras por dentro suplicaba salir vivo de aquel infierno.

Rhaenyra quien sobrevolaba con Syrax los cielos tormentosos a penas podía tener visibilidad de sus enemigos en tierra, la mujer suspiró cansada mientras sentía la impotencia recorrer su cuerpo. Apretó su montura con fiereza y se dispuso a bajar en picada, la dragona dorada obedeció el siseo de su jinete, y cuando la palabra — Dracarys — fue empleada, el suelo se tornó un rojo intenso.

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— Llevamos más de once lunas aquí, es una guerra interminable, temo que debemos buscar opciones diplomáticas. — dijo Ser Leanor con recelo en su voz.

— ¡Diplomacia! — Daemon río con burla. — ¿Acaso no vez la arena teñida de rojo, o el mar lleno de cuerpos con flechas? — cuestiono. — Deja de ser débil y compórtate como un hombre. — dirigió su mirada a Lord Corlys quien curaba su herida.

— Ellos se han negado a negociar con Westeros, mi padre ha enviado emisarios para poder llegar a términos de paz, pero Lys, Myr y Thosh se han negado en recibirlos, alegan que no tienen nada que ver. ¡Estúpidos oportunistas! — escupió con odio Rhaenyra.

— Debemos hacer frente, hoy por la mañana los hombres de Lord Rickon Stark han llegado, así mismo, y por un milagro de los dioses, Lady Jeyne Arryn ha enviado veinte barcos que fueron comprados a Pentos. Serán suficientes para aguantar un invierno más. — Lord Corlys se levantó y salió de la tienda dejando a todos un poco más calmados.

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Aegon se removió de entre las sábanas, el niño se aferró con fuerza al cuerpo completamente dormido de su quería tía. Heleana quien sintió los brazos de su sobrino aferrarse a a ella, se levantó de inmediato.

𝐄𝐋 𝐏𝐑Í𝐍𝐂𝐈𝐏𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈Ó 𝐒𝐄𝐑.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora