"EL PASADO AUN ES PRESENTE"

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ᴛᴏᴍᴀ ᴜɴ ᴘᴇᴅᴀᴢᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴄᴏʀᴀᴢÓɴ ʏ ʜᴀᴢʟᴏ ᴛᴜʏᴏ

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ᴛᴏᴍᴀ ᴜɴ ᴘᴇᴅᴀᴢᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴄᴏʀᴀᴢÓɴ ʏ ʜᴀᴢʟᴏ ᴛᴜʏᴏ. ᴀꜱÍ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇꜱᴛᴇᴍᴏꜱ ꜱᴇᴘᴀʀᴀᴅᴏꜱ ɴᴜɴᴄᴀ ᴇꜱᴛᴀʀÁꜱ ꜱᴏʟᴏ.
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Los días eran placenteros pues el otoño había tocado las puertas de la capital y los siete reinos, las hojas de los árboles caían apaciblemente sobre la barrosa tierra mientras el resto del mundo abarrotaba las calles de la ciudad para realizar sus compras y conmemorar el onomástico número cuarenta y cinco del rey Viserys Targaryen. Los invitados sobrepasaron las enormes puertas de la fortaleza color rojo siendo cuestionadas por las guardia real, los capas blancas eran distinguidos por ser una fuerza extraordinaria en defensa de su majestad sin embargo, los capas doradas eran quienes lucían el verdadero espectáculo en las calles de la capital junto con su comandante. El príncipe Daemon si que sabía cómo dar una cálida bienvenida a aquellos que traían segundas intenciones en la ciudad donde su hermano gobernaba.

Las seis fueron tocadas en la capital, las puertas de los aposentos del rey fueron abiertas y un alterado Otto Higthower venía cual bestia furiosa. Viserys quien aún guardaba estima por su viejo amigo y fiel consejero personal (si así se puede decir) suspiró profundamente levantándose de la cama en donde descansaba placenteramente junto a su esposa, la reina Alicent aún permanecía en un sueño profundo sin darse cuenta que en pocas horas todo se volvería un caos en la fortaleza a la que ahora llamaba "hogar." El rey le dio una leve mirada al  tratando de averiguar la molestia en su rostro, Otto ya no era la mano del rey pero aún así permanecía en su consejo por el estima que sentía por él y su casa.

— ¿Qué sucede? — pregunto Viserys tomando asiento.

— Me disculpo por romper su descanso majestad pero tengo alarmantes noticias sobre la capital. — habló el hombre con el rostro neutro.

— Habla. — ordenó el rey dándole una mirada dura.

Los relatos del Higthower fueron lo suficientemente alarmantes para que el rey convocara al consejo privado aquella mañana. Tanto la reina como la princesa fueron despertadas por sus respectivas servidumbres, logrando estar presentables para la próxima reunión.

...

Aegon le lanzó una dura mirada a la víbora que se sentaba a un costado de su abuelo, el niño bufo por lo bajo al escuchar las palabras del Higthower pues sabía perfectamente que lo único que el hombre deseaba era sacar a Daemon Targaryen del tablero del juego de tronos que se estaba llevando a cabo sin embargo, tanto la reina como la princesa jamás dejarían que el príncipe canalla fuera difamado por un simple Segundo hijo. Alicent había aprendido a convivir de forma armónica con Daemon, la mujer amaba a las pequeñas Rhaena y Baela, y adoraba tomar el té junto a Rhaenyra y Laena, la corte las llamó "El trío de oro" por su gran complicidad pues era raro no verlas juntas.

𝐄𝐋 𝐏𝐑Í𝐍𝐂𝐈𝐏𝐄 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈Ó 𝐒𝐄𝐑.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora