LYRA DE REGRESO...

173 15 1
                                        

"34"

Alice

Al día siguiente nos preparamos para dirigirnos al Ministerio. Hermione había preparado la poción multijugos, pues no podíamos presentarnos allí simplemente como nosotros mismos. Tras dejar inconscientes a cuatro aurores para usar sus apariencias, Hermione nos reunió con firmeza y comenzó a darnos instrucciones.

—Bien, recuerden lo que dijimos —dijo, entregándonos un frasco con la poción—: no hablen con nadie si no es absolutamente necesario.

—Sí, traten de actuar normales. Hagan lo mismo que todos los demás —añadí, suspirando—. Si hacemos eso, con un poco de suerte, entraremos.

—Y luego... —murmuró Hermione.

—Se pone complicado —intervino Harry.

—Exacto.

—Esto es una locura completa —dijo Ron, nervioso.

—Completamente —asentí.

—El mundo está loco —concluyó Harry, mirándonos fijamente antes de beber la poción.

Los cuatro nos la tomamos al mismo tiempo. La transformación fue inmediata: nuestros cuerpos cambiaron de forma, nuestras facciones se alteraron y, en cuestión de segundos, ya no éramos nosotros.

—Adelante —dijo Harry con resolución—. Tenemos que buscar un horrocrux.

Nos encaminamos hacia el Ministerio y, una vez dentro, volvimos a reunirnos.

—¿Cuánto tiempo dijiste que iba a durar esta poción multijugos? —preguntó Harry a Hermione mientras nos movíamos entre la multitud.

—No lo dije —respondió ella con frialdad.

Avanzamos hasta el ascensor, pero justo antes de que las puertas se cerraran, un hombre las detuvo con la mano.

—Cattermole —dijo con desdén, dirigiéndose a Ron—. Sigue lloviendo en mi oficina. Ya van dos días.

—¿Probaste con un paraguas? —replicó Ron en tono burlón. El hombre lo fulminó con la mirada.

—Sabes que voy abajo, ¿no, Cattermole?

—¿Abajo? —repitió Ron, confundido.

—A interrogar a tu esposa —respondió Yaxley con una sonrisa amenazante—. Si la pureza de sangre de mi esposa estuviera en duda y el jefe de seguridad mágica me pidiera un favor... yo, al menos, le daría prioridad. Tienes una hora.

La puerta del ascensor se cerró, dejándonos tensos.

—¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer? ¡Mi esposa está abajo, sola! —exclamó Ron con desesperación.

—Ron, tú no tienes esposa —le recordé con paciencia.

—Ah... cierto —musitó, confundido.

El ascensor se detuvo en el piso donde debía bajar y Ron tragó saliva.

—¿Cómo hago que deje de llover? —preguntó con ansiedad.

—Prueba con Finite Incantatem —le aconsejó Hermione.

Ron salió del ascensor, y al cerrarse las puertas quedamos solo los tres, con el objetivo claro en mente: encontrar a Umbridge.

—Si no la hallamos en una hora, vamos por Ron y volvemos otro día, ¿de acuerdo? —dijo Harry, mirándonos con seriedad.

—Sí —respondimos al unísono.

El ascensor descendió un piso más y, al abrirse, el aire se volvió más pesado. Frente a nosotros, como si el destino quisiera ponernos a prueba, estaba Umbridge.

LAS HERMANAS BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora