LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE

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"36"

Alice

Vi a Hermione dormida y la sacudí un poco para despertarla; ambas salimos de la tienda.

—¿Está todo bien? —pregunté al salir.

—Sí, todo está bien. De hecho, mejor que bien —señaló a Ron, que había regresado. Sonreí sin poder evitarlo, aunque Hermione lo miró enojada.

—Hola —Ron sonrió alegremente.

Hermione se aproximó furiosa hacia él, con rapidez.

—Eres... un auténtico —exclamaba mientras lo empujaba y golpeaba sin esfuerzo, lanzándole hojas del suelo— asno, ¡Ron Weasley!

Harry, Ron y yo observábamos atónitos y con la boca abierta.

—Apareces después de semanas... —Hermione lo golpeó con su propia mochila.

—¡Ay! —se quejó, retrocediendo.

—¿Y dices "hola"? —se giró hacia Harry en un instante—. ¿Dónde está mi varita, Harry? ¿Dónde está?

—No sé...

—¡Harry Potter, dame mi varita! —gritó acercándose más a él, mientras este retrocedía asustado.

—¡No la tengo! —exclamó Harry con pánico.

—¿Por qué tiene tu varita? —preguntó Ron.

—¡No importa por qué tiene mi varita! —le gritó.

—Hermione, ya es suficiente —dije tratando de calmarla. Me miró unos segundos y luego se acercó a Ron.

—¿Qué es eso?

Ron levantó con una mano el guardapelo destruido y con la otra sostenía la espada de Gryffindor. No podía creerlo.

—Lo destruyeron —sonreí.

—¿Y cómo es que de pronto tienen la espada de Gryffindor? —Hermione se cruzó de brazos.

—Es una larga historia —explicó Ron.

—No creas que esto cambia nada —le dijo Hermione a Ron, aún enojada, y regresó en camino a la tienda.

—Ah, por supuesto que no —exclamó—. Solo destruí un maldito Horrocrux, ¿por qué cambiaría algo? —Ella se detuvo a mirarlo—. Escucha, quise volver en cuanto me fui, pero no los encontraba.

—¿Cómo nos encontraste? —pregunté mirándolo.

—Con esto —sacó el desiluminador—. No solo apaga luces... no sé cómo funciona, pero en Navidad estaba durmiendo en un bar, ocultándome de los carroñeros, y la escuché.

—¿Qué? —exclamó Harry.

—Su voz. Tu voz, Hermione, salía de esto.

—¿Y qué es lo que decía exactamente? —preguntó ella, aún con los brazos cruzados.

—Mi nombre. Solo mi nombre, como un susurro. Y lo tomé, y lo apreté, y apareció una bola de luz. Lo supe. Entonces la bola de luz flotó hacia mí, hacia mi pecho, y me atravesó aquí —se tocó el corazón—. Supe que me llevaría a donde tenía que ir, y entonces me aparecí y llegué a estas colinas. Estaba oscuro y no sabía en dónde estaba, así que esperé a que uno de ustedes apareciera, y lo hicieron —sonrió.

Horas después estábamos Hermione y yo afuera de la tienda, vigilando y conversando mientras los chicos se calentaban adentro.

—No debiste enojarte así —le dije con una sonrisa. Ella me dio una mala mirada—. Tú lo llamaste mediante el desiluminador.

LAS HERMANAS BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora