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De regreso a la ciudad de Nueva York, Nari siempre se sintió como si estuviera viviendo en una película. Era una humilde Gwen Stacy sin un Peter Parker, quedándose en un apartamento dúplex en el Upper East Side junto con su adorable hijo. Aparte del hecho de que Gwen Stacy nunca tuvo un hijo, las únicas similitudes que tenían eran sus abrigos largos y sus botas altas hasta la rodilla.

Pero con esa analogía, ¿no sería mejor comparar su vida con otras películas ambientadas en Nueva York como "El diablo viste a la moda" o "Si tuviera 30"? Después de todo, pasó los últimos tres años y medio en Manhattan tomando clases de moda y merchandising, y criando a un bebé recién nacido como madre soltera adicta al trabajo. Estar en una gran ciudad le hizo darse cuenta de que era la oportunidad perfecta para concentrarse en sus sueños y ganar su independencia como un nuevo comienzo lejos de su país natal.

Nueva York era una ciudad llena de sueños. Era un lugar cercano a su corazón, tan cercano que aún podía imaginar el paisaje urbano cada vez que cerraba los ojos: los icónicos taxis amarillos, las rascacielos en Wall Street, las luces de neón en Times Square, las casas de moda en SoHo, y para ser honesta, la lista podría continuar. La ciudad se jactaba de tener gente, cultura y comidas diversas, pero incluso después de pasar casi tres años y medio en ésta vibrante ciudad, ¿cómo es que su corazón seguía buscando constantemente... Vamos a llamarlo, su "hogar"?

Antes de que alguien se lo pueda preguntar, Nari ya se hizo la pregunta a sí misma: ¿era el lugar o la persona que anhelaba? Y no hace falta decir que dicha persona era, de hecho, alguien de quien se había divorciado y dejado atrás.

Le pareció patético cómo lloraba el día que dió a luz a su hijo, marcando el número de su ex marido para finalmente admitir la verdad, pero se detuvo por miedo a no poder escapar de los recuerdos de su matrimonio anterior. Le pareció ridículo cómo se obligó a seguir adelante y, a cambio, se enamoró de un amigo que actuó constantemente como su consuelo por la angustia que la consumió. Le pareció vergonzoso cómo accedió a su propuesta de matrimonio en la víspera de Año Nuevo en el medio de Times Square con la mera excusa de que quería empezar de nuevo con otra persona.

Como la vida le ofrecía continuamente dos caminos, siempre parecía tomar el camino equivocado. Elecciones incorrectas. Decisiones equivocadas que trajeron un efecto dominó de cosas terribles que se remontan a Corea del Sur.

Ahora, esos efectos dominó de una manera nos permite nuevamente a seguir el ritmo de la vida de Nari. La culpa que ella sentía la llevó de regreso a Corea porque no pudo mantener en secreto a su hijo en Nueva York por el resto de su vida.

Inesperadamente, vió al padre de su hijo el día de su boda donde le dijo que todavía la amaba, su reacción inusual fue huir de su prometido mientras caminaba por el pasillo de la iglesia, y su ex marido tuvo un espantoso accidente automovilístico mientras supuestamente ocurría su boda.

Algo bastante trágico, ¿no? Bueno, es solo el comienzo de esto.

El siguiente golpe de ésta reacción en cadena fueron los paparazzi y su deber de meter sus narices en la vida de Nari, porque todo el país estaba interesado en escuchar sobre su momento de novia fugitiva y la coincidencia del accidente automovilístico de su ex marido. Todo esto le hizo recordar aquella vez en Nueva York cuando vió cómo una celebridad de Hollywood fue acosada por paparazzis. En ese entonces, Nari simpatizaba con la forma en que la celebridad tuvo que atravesar el enjambre de destellos blancos que ignoraban por completo su derecho a la privacidad. Incluso recuerda haber pensado en lo horrible que se debe sentir ser extremadamente famoso como esa persona mientras empujaba casualmente el cochecito de su bebé, quien estaba acurrucado durmiendo plácidamente.

No era nada más que una espectadora de la celebridad cuya vida privada no era respetada a cambio de satisfacer la curiosidad del mundo.

Claramente, manifestó el mismo destino acoso porque Corea del Sur no fue diferente cuando se trataba de escándalos relacionados con personalidades famosas, de más está decir que, Nari nunca se consideró una persona famosa. Pero por irónico que parezca, ahora estaba en la piel de esa actriz de Hollywood a pesar de la distancia de 6.864 millas de Seúl a Nueva York.

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