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—¿Estás bien?

No se podía saber exactamente si estaba bien, o tratando de estarlo, o en algún punto intermedio. Por mucho que quisiera ser transparente con Mark sobre el dilema actual por el que está pasando, caminaría sobre cáscaras de banana si alguna vez saca a ventilar el nombre inefable de su ex marido. Ya había pasado media hora desde que las frustraciones de Mark habían disminuido, pero ella no estaba exactamente segura si su inusual aspereza en la cama en realidad había sellado el evidente dolor que le causó. No era tonta al saber que el trato dominante de Mark hacia ella durante el sexo era una forma de castigo, y ciertamente Nari lo permitió porque sentía ese extraño sentimiento de culpa.

¿Por qué? Se preguntó a si misma.

¿Por qué no puedo rechazar ese sentimiento? Porque pensar en otro hombre en presencia de su amante actual la hacia peor como ser infiel.

—¿Estás bien?—Mark repitió la pregunta como si Nari no la hubiera escuchado la primera vez, la preocupación en su voz aumentaba.

Nari empujó las palmas de sus manos contra el suave colchón y se dió un poco de palanca lo suficiente para poder encontrar los ojos de Mark. Al levantar su cuerpo y cubrir su pecho desnudo con las sábanas de seda, se sentó erguida y apoyó su cabeza en el hombro de Mark.

—Estoy bien. ¿Por qué no lo estaría?

La eventual mentira salió de sus labios mientras recuperaba energía con cada minuto que pasaba.

—No creo que pueda caminar. Todavía me tiemblan las piernas.

Su pequeña broma no pareció complacerlo y, en cambio, solo hizo que apoyara la espalda contra la cabecera con cara de pesar.

—Lo lamento. Era demasiado, ¿no?—sus ojos sinceros brillaron mientras la miraba—. Debería haber sido más gentil.

—No, no. Estuviste genial. Ahora estoy descansada y disfruté hacerlo.—trató de apaciguar el creciente sentimiento de culpa—. No me preocupa en absoluto el sexo que tuvimos, solo estoy pensando en...—

La respiración de Mark se hizo más lenta cuando alcanzó la cajita de cigarrillo de la mesa de noche.

—¿En Jackson?—preguntó, terminando la oración por Nari y procediendo a encender el cigarrillo, evitando mirarla a los ojos.

—Sí.

Fue difícil ocultar lo nerviosa que estaba por abrirse. Con su mano agarrando las sábanas, decidió que era mejor ser completamente honesta ahora que causar malentendidos más tarde. Mark sería laissez-faire con respecto a la organización que Nari accedió voluntariamente o entraría en erupción como un volcán ante la posible traición que podría verlo él. Pero, ¿no fue siempre el tipo que entendía el panorama general? ¿O quizás huir de su boda había dejado una tensión permanente en su relación?

—Se despertó del coma.—decidió soltar los detalles sin importar el resultado—. Lamento no habértelo dicho, pero lo he estado visitando en el hospital y descubrí que... Él tiene amnesia.

La reacción inmediata de Mark fue clara: le sonaba absurdo.

—Ésta no es una película romántica, Nari.

—Pero no estoy bromeando.—dijo ella, agarrando el cigarrillo entre los labios de Mark y apagando las brasas en el cenicero—. Es algo disociativo. No recuerda algunas cosas de la manera correcta.

—Déjame adivinar...—contuvo un suspiro y continuó—. Él cree que sigues siendo su esposa y ahora tienes que fingir. Ahora quieres revivir ese matrimonio y quedarte con él.

MARRIAGE STORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora