Impulso

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𝒯𝑜𝓂

La tomé de la mano para llevarla hacia el hermoso lugar que estaba escondido tras los arbustos.

-Cuando te diga ya cierra tus ojos-Dije un poco emocionado-Okey, pero para qué?-Preguntó con curiosidad y confusión-Solo hazlo, luego cuando vuelva a decir ya los abres-. -Pero para qu-. -Ya!-Interrumpí.

Ella cerró sus ojos rápidamente y comenzamos a caminar hacia un muelle que estaba cerca de la entrada. Caminamos unos minutos y ella seguía igual de impaciente.

-Ya puedo abrirlos?-Hizo la misma pregunta dos veces y mi respuesta fue la misma-Aún no, espera un poco más-. Luego de unos 5 minutos caminando llegamos al muelle y solté su mano.

-Ya, puedes abrirlos-

Ella abrió sus ojos y casi al instante se abrieron de par en par, sus ojos tenían un brillo puro, un brillo que seguro pocas veces se podía notar, eso hacía verla jodidamente linda.

-Ay Dios mío!-Exclamó sorprendida.

Comenzó a observar el suelo completamente verde y lleno de vida, el agua cristalina y limpia, los árboles gigantes, los patos nadando tranquilamente, las mariposas alrededor de las flores, se veía muy feliz.

-Esto es hermoso! No no, hermoso no, precioso, maravilloso-El brillo de sus ojos se intensificaba. -Lo sé, es muy bonito, pero más que yo no lo creo-Bromeé

Ella comenzó a sonreír, parecía una niña pequeña, tomó asiento en el pasto suave y verde y se dejó caer de espaldas haciendo la posición de estrella, mientras ella miraba al cielo no pude evitar admirar su belleza. Espera... Que me estaba pasando? Yo, Tom Kaulitz, un chico que solo usaba las mujeres para una noche, acaso.. ¿Me estaba enamorando? No lo creo, pero si fuera así me estaría enamorando de una chica muy bella.
Ella se sentó de vuelta y me miró con una sonrisa.

-Por qué no te sientas?-Preguntó inclinando su cabeza a un lado.

Yo no respondí con palabra alguna a su pregunta, pero si lo hice con acciones, camine hacia ella y tome asiento a su lado. Tomé el helado y lo saque de la bolsa, le dí una cuchara rosada a ella y una verde para mí, quite la tapa y saque un poco con mi cuchara para luego llevarla hacia mi boca y saborear el delicioso helado. Ella repitió mi acción y comenzamos a comer el helado admirando el hermoso lugar. Estábamos en ese típico "silencio incómodo" así que decidí romper el hielo.

-Bien, qué fue lo que te dió el chico?-Pregunté con curiosidad dirigiendo mi mirada hacia ella.

-Mm, no lo sé, veamos-Metió su mano en el bolsillo donde anteriormente había guardado el pequeño papel. Lo sacó y comenzó a leer.

-Ochenta y seis, veintisiete, sesenta y abajo dice "Leo"-Volteó a verme confundida.

Parecía no darse cuenta que le había dado su número.

-Mm.. pues, te dió su número- Miré a el lado contrario.

-Jajaja- Ella comenzó a reír a carcajada y yo la miré confundido.

¿Estaba loca?

Cuando terminó de reírse hizo un bollo el papel y lo guardó nuevamente.

-Que estúpido, ni me conoce y yo no doy oportunidades a nadie-Rió un poco más-Si, la verdad muy estúpido, pero, por qué no hay oportunidad para nadie?- Pregunté con curiosidad volviendo a mirar fijamente sus ojos.

-Pues larga historia, me enamore, comenzamos a salir, luego mentiras, engaños, peleas y poco a poco fue rompiendo mi corazón. Un día me dijeron que me había engañado, no quería creerlo pero luego lo ví con mis propios ojos y luego.. -Sus ojos comenzaron a ponerse rojos y una pequeña lágrima cayó de uno de ellos, ella la limpió rápidamente y siguió hablando-Pues, sabes, pasan muchas cosas que a veces nadie piensan que van a pasar, y después de eso todo se vuelve de color gris, por eso no hay oportunidades hasta que llegue el chico indicado-Dijo ella cambiando su rostro a uno más serio y triste.

Prometí AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora