Dónde todo comenzó

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𝐼𝓈𝒶𝒷𝑒𝓁𝓁𝒶

Estaba durmiendo plácidamente cuando de repente ¡RIINNGG! Mi despertador sonaba marcando las 7:00 AM. —Estúpido despertador!—Exclamé con voz ronca y enojada. Lo apagué bruscamente y luego comencé a frotar mis ojos con la yema de mis dedos.— Tengo el presentimiento de que este no va a ser un buen día—Murmuré mientras tomaba asiento  en mi cama.

—Isabella, ¿ya te levantaste? Espero que lo hayas hecho, llegarás tarde. Hoy no podré llevarte tendrás que caminar—Gritó mi madre desde la cocina. Como odiaba cuando por cuestiones de trabajo mi madre no podía llevarme a la escuela. Ella era una pediatra muy dedicada a su trabajo, así que casi siempre estaba ocupada con sus pacientes.

—Ash! Okey, y papá?—Pregunté—Fue al trabajo, hoy entraba a las cinco de la mañana—. —Oh no! Bueno tendré que caminar—Suspiré.

Me levanté de mi cama y ví mi celular pero mi mirada se fijó a la hora, ERAN LAS 7:15, tenía solo minutos para bañarme, retocar mi rostro, y cambiarme.

—MIERDA! ¿¡En qué momento pasó tanto tiempo?!—Me levanté casi corriendo y me dirigí hacia el baño. Comencé a sacar mi pijama mientras que con una mano ágilmente habría el agua, pero no me di cuenta que grifo estaba abriendo así que por accidente abrí el agua fría, cuando terminé de sacar mi pijama me metí a la lucha confiada de que había abierto el agua caliente, pero cuando entré grité con todas mis fuerzas. —Ahhh!—Un gritito agudo salió de mí que estaba segura había despertado a todo el vecindario, o bueno al menos a mis vecinos.

—Que imbécil, no me di cuenta que había abierto el agua fría!—Exclamé enfadada. Cerré rápidamente el agua fría y abrí el agua caliente, pero debía esperar unos 5 segundos para que el agua esté completamente caliente, una vez que el agua estuvo lista comencé a abrir el agua fría poco a poco hasta que el agua estuvo templada. —Al fin, algo que hago bien hoy—Tomé el shampoo de una estantería que había dentro de la ducha y puse un poco del líquido en mi mano, la lleve hacia mi cabeza y comencé a frotar con la yema de mis dedos delicadamente pero luego llegó una alerta a mi cerebro ¡SE HACE TARDE! Comencé a lavar más rapido mi pelo y lo enjuague.
—No me pondré acondicionador no tengo tiempo, mañana me pondré—Dije mientras cerraba rápidamente la ducha.

Tomé dos toallas del mueblecito que estaba debajo del lavamanos, una para mi pelo y la otra para mi cuerpo. Salí rápidamente del baño y abrí de lado a lado las cortinas blancas que cubrían los rayos de sol, comencé a revolver los cajones buscando ropa interior, encontré un conjunto muy lindo y lo saqué, luego fui hacia el closet buscando ropa para ponerme, escogí unos shorts negros pegados al cuerpo y una remera blanca con unas letras negras. Me los puse y corrí hacia el espejo que estaba en una esquina de mi habitación. —Mm si, me veo linda—Ironicé soltando una pequeña risa. Corrí a buscar unas zapatos y escogí unos blancos sencillos, me los puse rápidamente con los cordones hacia adentro, agarré mi mochila negra rápido y baje las escaleras.
Mi mamá ya se había ido solo estaba yo en mi casa. —Me compraré algo en la escuela no tengo tiempo para desayunar—Tomé mi celular rápidamente y abrí la puerta principal sacando las llaves de la parte de adentro y poniéndole seguro desde fuera, bajé los escalones que había en la entrada y comencé a correr hacia mi escuela.
Mientras corría saque mi celular mirando la hora, ¡ERAN LAS 7:30! Si me detenía no llegaría a tiempo, dí la vuelta a la esquina y ví que en el semáforo había un signo de una persona caminando de color verde, eso era señal de que podía cruzar la calle, corrí lo más rápido que pude pero cuando estaba en el medio de la calle el signo cambio a una persona detenida y en tono rojo, me asusté y en ese mometo me percaté una camioneta negra con unas letras que no podía distinguir se acercaba a alta velocidad, cuando la camioneta se había acercado un poco más pude notar que las letras que tenía grabadas decían "Tokio Hotel". Me asusté tanto que por el shock que me quedé estática, mientras mis ojos cada vez se habrían más y miraban la camioneta acercarse hacia mí rápidamente, pero en un momento inesperado la camioneta se detuvo a tan solo unos centímetros de distancia, el chofer de la camioneta se bajó rápidamente y comenzó a gritarme, pero por mi shock no podía ni pestañear. El señor seguía gritando.

Prometí AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora