Capitulo 41

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Usted No Lo Entiende, Nadie Lo Hace.


Tn.

--¿Azul o Rosa?—pregunté un tanto dudosa.

Meredith vaciló por un momento al cruzar la avenida, luego sus ojos volvieron a posarse en mí y ladeó la cabeza pensativa. El sol del atardecer iluminaba todo su rostro dándole un aire fresco y limpio.

--Tal vez verde coral o amarillo amanecer—respondió sin dejar de sonreír.

Ahora fui yo quien ladeó un poco la cabeza. En serio que no entendía a mi hermana, solo le había preguntado su color favorito y ella me había salido con estas confusas y profundas respuestas.

En ocasiones cuando me colaba a su cuarto antes de que se marchara a alguna fiesta del pueblo, me animaba a preguntarle su sabor favorito de helado, ella siempre me salía con respuestas como ''Taro'' ó ''Una fruta de no sé que de la india muy exquisita''. Digo, ¿Quién normal va a saber de qué habla? Yo siempre me pregunto cosas como porque los chicos la encuentras siempre tan interesante; Mamá dice que es porque ella es una mujer muy bella y carismática y los muchachos del pueblo desperdiciarían una hora de sus vidas con tan solo hablar con Meredith.

Bueno, eso no se discutía: mi hermana era una persona sumamente guapa.

--Meredith, eres un poco rara—susurré con una mirada divertida.

Mi bella hermana rió sonoramente al por fin llegar al parque. Extrañamente pude ver un tanto de alivio en su rostro. Desde que habíamos salido de la escuela su rostro había sido extraño y asustadizo y en ocasiones, volteaba a ver hacia todos lados como si buscara a alguien.

Sinceramente eso me había espantado, pues mi hermana nunca había tenido aquel rostro de pánico. Ella decía que cuando uno tenía miedo ó tristeza nunca se debía dejar ver a simple vista, pues tus enemigos sabrán tu punto débil, por eso se me había hecho tan extraño haberla encontrado con color de folder en la cara.

--Bueno, bueno, entonces ¿Cuál es tu color favorito si puedo saber? Quiero que me ilustres—respondió aun en carcajadas.

Reí.

--¡¿Vez?! ¿Quién en su sano juicio utiliza la palabra ''ilustres''?—dije apretando más mi mano con la de ella. Mamá decía que de regreso a casa yo siempre tenía que ir muy bien pegada mí hermana
Meredith mostró su perfecta blanca hilera de dientes.

Me detuve a observarla por un momento. Vaya, enserio que Meredith era una belleza: color castaño claro en su perfecta lacia melena hasta el borde de su pequeña cintura, rostro perfecto y sin arrugas o espinillas, sonrisa radiante como el sol, cuerpo escultural y bien moldeado, ojos verdes y grandes, estatura alta y perfecta. ¿Por qué yo no podía ser como mi hermana? ¿Por qué yo no podía ser el centro de atención como ella? Meredith siempre era la atracción principal en las reuniones familiares: ''La gran Meredith Smith, una belleza inigualable y portadora de una enorme fortuna'' En cambio yo…..bueno, yo era yo.
Exacto: nadie.


--Pero bueno, si quieres mi verdadera opinión, te diré que mis colores favoritos a veces son verde vomito o café popo—respondí y solté una gran risa—ese es mi verdadero teorema aunque en el fondo no sé ni que significa aquella palabra
Meredith rió tan fuerte que algunas palomas salieron volando del parque, aun así, su belleza seguía siendo la misma. Reí junto con ella y nuestras voces se mezclaron en el fresco ambiente de otoño. Todo parecía ser perfecto en aquel momento: las dos juntas sin nadie más que nos detenga a ser felices. No había problemas, ni mentiras, ni engaños. En ese momento, por tan solo ese último segundo de mi vida, aun era feliz y libre de culpas. Aun era yo: Tn___ Smith, hija de David y Christine Smith, hermana de Meredith Smith. Una familia sin nada más que dar más que cariño y amor. Se puede decir que, ese fue el último momento en el que verdaderamente me sentía viva.


Y entonces ese fue el comienzo de todo.
No había nadie alrededor nuestro, solo vacías carreteras y silenciosos árboles. Se podía escuchar un alfiler caer a lo lejos. Nuestras risas habían cesado y mi hermana había obtenido aquel extraño color pálido como un folder. Entonces, sentí que algo no andaba bien. Podía sentirlo en mis entrañas y palpiteos. Mis ojos veían de una forma diferente todo aquello que alguna vez me pareció normal y cotidiano. Ahora todo era inusual.

--¿Meredith?—susurré extrañada.

Ella no respondió.

--¿Meredith?—volví a susurrar y por un momento pude haber jurado ver a alguien observándonos desde a lo lejos.

Un momento.

En realidad, si había alguien observándonos desde lo lejos. Vestía unos pantalones y chamarra negra, también ocultaba su rostro detrás de una frazada. Se veía ligeramente emocionado al vernos en aquel sitio: solas y sin ninguna oportunidad. Francamente, él no me inspiraba ni una pizca de confianza.

--Meredith, hay alguien observándonos allá—susurré sin despegar los ojos de aquel hombre.

Esta vez ella oyó mis asustadas palabras y volteó hacia la dirección que yo veía.

Secuestrada. Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora