Capitulo 1 ¿Donde estamos?

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Desperté en una habitación fría. Normalmente despierto por los rayos del sol o por los chillidos de mi mejor amiga Cole, pero está vez solo desperté por el frío pavimento que se encontraba pegado contra mi espalda.

Todo mi cuerpo pedía auxilio. Desde mi adolorida espalda hasta mis amoretonadas piernas. La cabeza punzaba a un ritmo diferente para mi, casi un poco más rápido de lo normal, lo cual solo significaba que había bebido mucho la noche anterior. Bueno, en las vegas ¿Que puedes esperar?

Vaya, a noche si que fue una fiesta en grande. Pensé.

De repente, después de terminar de sonreír bobamente recordando la noche anterior, noté una sensación extraña en mis piernas y brazos. Como si algo estuviera reteniéndome. Voltee mi cabeza y me encontré con una enorme soga amarilla atando mis piernas y manos. Por un momento pensé que había sido una obra de Cole, pero luego descubrí que ella igualmente estaba tirada a lado mío atada. Un momento... ¿Dónde estamos?

Un pánico empezó a recorrerme completa, aumentando mi dolor de cuerpo. Mi pecho empezó a inflarse y desinflarse salvajemente, lo que significaba que el aliento cada vez se me iba más. Supongo que en este momento no ayuda el hecho de que sea asmática.

El cuarto donde me encontraba era gris por completo excepto por las pequeñas manchas rojas que se encontraban en el suelo ¿Sangre? No había ni una ventana o escape de salida, solo una enorme puerta gris solida que se encontraba muy claro a simple vista cerrada ya que tenía uno de esos candados muy potentes. Lo sé porque el mejor amigo de mi padre es agente de seguridad. En el cuarto se encontraban una silla de madera que parecía a punto de romperse, una mesa de acero y un... látigo.

Mierda.Pensé.

--¡Cole!--chillé lo que provoco que una enorme migraña llegara a mi cabeza. No importaba, de hecho, eso era lo de menos en estos momentos

Cole despertó un poco atontada. Al principio sonrió pensando que tal vez aun estuviéramos en el hotel después de la gran fiesta de ayer, pero luego su rostro optó por un color demasiado pálido y poco a poco fue transmitiendo horror y miedo. Cole inspeccionó el lugar de la misma manera en que yo lo había hecho, lo que solo provocó que pequeñas lagrimas aparecieran en sus ojos.

--¿D-donde estamos?--susurró tratando de sentarse para poder ver mejor el panorama

No pude contener mi miedo y empecé a llorar. Las lágrimas que caían al suelo eran grises y llenas de mugre. Probablemente mi cara estuviera embarrada de polvo y suciedad, al igual que todo mi cuerpo y mis ropas que apenas había descubierto desgarradas. También mi tobillo estaba lleno de mugre, pero en este sitio era peor ya que inexplicablemente me había herido y la sangre se había pegado a mi piel dando a plena vista un panorama no muy lindo.

--No se--respondí llorando--¿Que hacemos aquí? ¿Qué pasó a noche?

Cole empezó a llorar descontroladamente. Su aspecto tampoco era muy lindo: todo su cuerpo estaba embarrado de mugre y suciedad, sus ropas estaban a penas visibles ya que solo poseía su pequeño vestido azul de anoche roto y cochino. Gracias a dios ella no poseía ninguna cortada o lastimada, pero apostaba a que se le harían unos enormes moretones si seguía así de amarrada de las manos atrás de la espalda. A diferencia de ella, yo los tenía amarados adelante en mi pecho.

--No recuerdo nada--lloró--solo recuero que tu y yo estábamos pasándola muy bien en esa discoteca y de repente me pediste que te acompañara al baño...después todo es negro

Lloré con más ganas ¿De casualidad mis padres ya se habrían enterado de mi desaparición? ¿Era esto un sueño? ¿Si no lo era, saldríamos vivas de aquí? ¿Qué querían los que nos habían hecho esto?

¿Era esto mi culpa?

Mis padres me habían regalado dos boletos de primera clase para ir a las vegas y obviamente no había pensando en nadie más que mi mejor amiga. ¿Era mi culpa que ella estuviera aquí? Porque si no la hubiera invitado nada de esto estuviera pasando.

--Perdóname, Cole, esto es mi culpa--susurré llorando

Cole lloró más fuerte y estaba ella a punto de decir algo cuando alguien abrió la puerta salvajemente.

Oh no. Pensé. No ellos.

Pedri Gonzales, Pablo Gavi , Ansu Fati, Ferran Torres y Alejandro Balde se encontraban en la puerta. Y no eran ni nada menos que conocidos como los famosísimos secuestradores y descuartizadores de todo el mundo.

--Señoritas—dijo Gavi entrando--ustedes están oficialmente secuestradas

Secuestrada. Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora