Capitulo 23.

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Ella Está Muerta.






¡Monstruo! ...
¡Asesina! ...
¡Culpable!...



Eso y más me decían en mi pequeño pueblo: Evesham. Si, yo no había nacido en la mera capital de Inglaterra, o sea, Londres. Yo no era una niña mimada que había nacido entre millones y millones de dinero o en una cuna de oro. No, yo había nacido en un una pequeña y humilde casa de una sanadora muy amiga de mi madre y padre, de echo, mi llegada ni siquiera era esperada. Yo había sido...una sorpresa, una hermosa y agradable sorpresa, según decía mi madre.


Desde hace mucho tiempo no había podido, o atreverme, a recordar de mi pasado. Muy pocos lo sabía, como mis padre obviamente, mi odiosa familia de parte de mi madre y padre que nunca me habían apoyado y mi mejor amiga Cole, quien había estado conmigo siempre.



Pero ya era hora, era hora de quitarme este peso, de ser libre, de aclarar un poco mi mente, de tratar de no sufrir tanto.



Era hora de dejarlo ir...

* * *

--¿Ves quien va ahí?--murmuró alguien a mis espaldas.


--Si, esa malnacida de Smith--respondió alguien alzando un poco la voz para que pudiera llegar hasta mis oídos.


Aun así, yo me hice la sorda y seguí con mi camino.



Era invierno. Ese día yo llevaba una chamarra de cuero negra, unos pantalones ajustados con unas botas negras igualmente y mi lacio-ondulado pelo suelto hasta la cadera. En mi hombro descansaba una mochila color rojo vino con varios libros a dentro para la tarea de fin de semana, aunque hasta abajo escondido entre todo se encontraban más de cuarenta tarjetas de odio y desprecio de parte de mis compañeros de escuela que habían dejado en mi casillero. Algunos había sido tan descarados que habían escrito su nombre para que supera quien había sido, otros simplemente habían puesto el típico ''anónimo'' hasta a bajo de la carta. Pero, lo más triste es que nadie alguna vez me había brindado un poco de apoyo, al menos alguien quien no fuera Cole.



Durante todo el camino de regreso a casa me encontré con personas conocidas ¿Y como no? Esto era Evesham, un pequeño pueblo con menos de mil quinientos habitantes, obviamente todos aquí se conocían del derecho y al revés, o bueno, eso querían pretender. En esta ciudad Dios era el que gobernaba, quien fuera Ateo o creyente de otro dios era prácticamente el mismísimo demonio tratando de perturbar a los demás habitantes. Mi pueblo, era una locura. La gente se aburría de su propia vida al grado de empezar a inventar cosas de los demás: Que si el reverendo utilizó una bata arriba de los tobillos tratando de desafiar a Dios, que si la madre de tal chica se metió con alguien casado, que si el o ella trataron de seducir al maestro cuando en realidad ella o el solo trataban de tener una linda amistad con el profesor para llevar mejor a cabo la materia, o cuando en realidad aquella madre había estado hablando con ese hombre casado solo porque quería ayudarlo a arreglar su matrimonio, o cuando en realidad aquel reverendo había utilizado esa bata corta porque las demás las había regalado a personas necesitadas para taparse contra el frío.



Como lo decía, mi pueblo era una locura.


--¡Ey, Smith!--dijo Thunder. Yo a regañadientes volteé para verlo--¿Que piensas hacer hoy? ¿Saldrás con Satanás a asesinar más gente?


Frederic, Melanie, Gordon, Ashley y Bruno rieron ante su broma. Yo sentí como se apretujaba todo a dentro de mí, como todo el aire se me escapaba.



--Yo no hago eso--murmuré entre dientes haciendo un gran esfuerzo por no llorar.



Ashley rió más fuerte ante mi respuesta. Si alguien quería conocer al mismísimo demonio, entonces solo debía acercarse a Ashley. No se como todos me culpaban a mí o decían barbaridades a mis espaldas, cuando ellos eran aun peor.

Secuestrada. Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora