34. En la noche

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Por el movimiento de la luna, Hermione calcula que ha pasado alrededor de un hora desde que Draco fue a buscarla. Le duelen los glúteos de estar sentada, pero a Draco no parece molestarle mucho.

—¡Ya casi llegamos!

Hermione sonrie por pura necesidad de estirar las piernas. No han entrado al bosque como suele gustarle hacer a Draco, han pasado por Hogsmade pocos minutos atrás, a un lado puede ver la antigua casa donde Harry supo sobre Sirius, no le gusta ese sitio. Draco desciende, hay una pequeña arboleda, bastante cerca del pueblo, claramente si se va en escoba.

—¿Por que me has traído hasta aquí?

—La verdad, no lo sé.

El rubor de las mejillas de la chica se destine y su tez llega a ser casi igual que la luz que emana la luna.

—¿Que?

—¡No lo se! —Draco se sienta mientras masajea sus piernas—. Por las barbas de Merlín, te extrañaba demasiado. Todo es muy lacrimógeno, Blaise y Theodre no paran de llorar entre ellos pensando en que sus padres se van ha enterar, no paro de ver gente triste ha cada esquina, las cartas de mi madre son más deprimentes y cortas y para colmo no puedo ni tocarte. No aguanto más, los exámenes me tienen hasta la mismísima polla, cada regla me tiene muerto, me aburro en las malditas patruyas porque nunca me toca con mis amigos, me aburro porque no estoy contigo.

—Draco...

—Es irónico, soy el chico más conocido en toda la maldita escuela y mi círculo social es muy pequeño. O me tienen miedo o no me aprueban por lo nuestro... Yo solo... solo quería un rato contigo. No sé, despejarme. He estado sobrevolando la misma zona tres veces porque no tenía ni idea de a donde llevarte.

Draco está empezando a ponerse rojo y a lagrimear, Hermione se agacha, coloca sus rodillas en la hierba pasando sus brazos alrededor del cuerpo de su novio, este se estrecha hacia ella, cerrando el abrazo e intentando calmar sus quejas.

—Me ha encantado el detalle, Draco. No hay nadie tan estúpido como para hacer esto. Estamos lejisimos de la escuela, solo porque querías verme. Si te soy sincera, tenía pensado maquinar algún plan para que supendieran, al menos por un día las clases. Alguna epidemia con chuches de los hermanos Waesley infectadas... pero Umbridge las ha prohibido.

—¿Y si nos intoxicamos juntos? Podrían enviarnos ha casa, luego nos escapamos y nos vemos.

—Nos mandarían a la enfermería y Pomfrey nos daría una larga charla mientras prepara algún mejunje de sabor horroroso.

Ambos se miran y rien. Draco pasa su mano derecha por la mandibula de Hermione, reposandola en la parte baja de su nuca, ejerce un poco de presión para acercarla, cierra los ojos antes de besarla. Lo hacen repetidas veces y cada vez que terminan, Hermione le da un beso en la punta de la nariz.

Hermione hace aparecer una manta grande que colocan en el suelo, se tumban sobre ella, Draco descansando su cabeza sobre sus brazos y Hermione apoyando su cabeza en el pecho de él, dando pequeñas caricias a su abdomen.  El cielo estaba decorado por destellos de luz, algunas nubes pasaban ocasionalmente, oscuras, notables al pasar cerca de la luna o tapar una estrella brillante.

Hermione estaba empezando a cabecear, Draco lo notaba al dejar de sentir el ritmo de sus dedos tocandolo. Ni sabía que hora era, pero deberían volver. Se dejó unos momentos para pensar que ocurriría si los pillaban.

¿Serían capaces de expulsarlos?

Descartó la idea.

Hermione era del famosisimo trío de oro, cada vez más un dueto, se sabía por lo tanto que Dubledore les tenía mucho aprecio, pero con su poder en declive siempre cabía la posibilidad. Podía jugar la maza de estar en la Brigada Inquisitorial. No tenía mucho trato con Umbridge ni sabía que tal le iban los sobornos a ella.

Suspiró y movió el hombro de Hermione.

—Tenemos que ir yendo.

Somnolienta acepta. Hermione se vuelve a quedar dormida sobre el, vuela inclinado hacia adelante, dificultando ir con más velocidad por miedo a que se pudiera caer. La tiene que despertar reiteradas veces.

—Lo siento muchísimo pero estoy agotada.

—No sabía que estudiar te dejara así en la noche.

Hermione hace una mueca. No es como que haya estado casi tres horas entrenando nuevos hechizos.

—¿Volveremos a hacer este tipo de escapadas?

—Hasta que me atrapen.

Hermione se despide de él con un beso. Se asegura de que sus compañeras duerman y se mete enseguida en la cama.

El pulso de Draco se acelera, las puertas de noche suenan muchísimo más, intenta meterse en los pequeños huecos que ha dejado con piedras, se las mete en los bolsillos cada vez que cierra una. Está llegando a las Mazmorras, haciendo esquina ve una luz, proviene de una varita, está seguro de que es el profesor Snape. Pega su espalda a la pared fría del subterraneo. Espera a escuchar los pasos alejarse. Va pasando cada vez más cerca. Se detiene, Draco deja salir un poco su cabeza, el profesor a reparado en la pequeña piedra que detiene todo el complejo sistema de la puerta para evitar que se cierre. Le da una pequeña patada. Lo ve casi como una burla, las serpientes moviéndose para cerrar por completo la puerta.

Severus se marcha. Draco maldice.

Tiene que pensar alguna manera de entrar sin que el ruido de la puerta pueda molestar a todo el mundo. La puerta se abre silenciosa únicamente si la abren desde dentro, pero sin tener una manera en la que contactar con alguien de dentro, desecha la idea. Puede conjurar un hechizo silenciador pero no está muy seguro de que sea factible dadas las dimensiones de dicha puerta.

La opción más segura sería quedarse esperando hasta el amanecer. Pero sin quedarse dormido por si Sanope vuelve a aparecer. El chico decide alejarse de las mazmorras para buscar una clase vacía o alguna de las miles de habitaciones que se usan como habitaciones de almacenaje. Empieza a dar vueltas con la varita apuntando al suelo, iluminando medianamente sus pasos, tiembla de arriba a abajo, escuchando repentinas voces fantasmales, rasguños o temiendo la oscuridad de lo que se avecina. Esta seguro de haber subido el mismo piso dos veces y aparecer en el mismo lugar, en otro intento escucha un leve crujido, solo perceptible para el, se tapa la boca para ahogar un grito cuando una puerta se abre a él. Draco lanza una chispa de luz que ilumina la estancia, es un lugar enorme que no reconoce. 

Se arma de valor y al ingresar la puerta se cierra sin ahcer ruido detrás de él. Draco mantiene la luz en el techo, con su máxima luminosidad. Deduce que se trata de otra habitación de almacenaje, ve equipo viejo deportivo, sillas rotas, algunos platos, un armario al que se detiene unos segundos para ver y en una de las esquinas, debajo de un arco hay un colchon. Tiene un agujero en el centro, pero lo repara con la varita. Busca una manta y lo úncio que es capaz de encontrar es una manta de Hufflepuff. Resignado opta por taparse con ella en vez de dormir sin calor.

No se siente seguro, asique apenas puede dormir más de treinta minutos seguidos, espera con ansias el amanecer, viendo las manecillas de un reloj al que le falta una pata.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2023 ⏰

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