12 | Calle perdición

7 2 0
                                    

Linda

Sus delgadas manos tiemblan de los nervios mientras acomoda la cinta de su cámara que cuelga de su hombro. El sol irradia la fachada del estadio y su camisa suelta se despega de su espalda por el viento.


Observa el escudo presente en el frente del edificio, en forma triangular, con unas siglas que supone son de la ciudad. La pintura de las paredes parece reciente, y la puerta principal está abierta. ¿Debería entrar como si fuera una socia regular? ¿Una asistente?

Los chicos no le dijeron nada y ella no se atrevió a mandarles un mensaje, estaba media dormida porque la alarma no sonó y se despertó para ir al baño, la sorpresa se la llevó cuando le quedaban solo quince minutos y estaba llegando tarde a su día de prueba. Porque si, todavía no es oficial, debe hablar con los encargados del lugar, y todo parece ser más profesional de lo que ella tenía en mente, es decir, ni siquiera sabía que había un equipo que competía con otros equipos vecinos.

Y ahora se encuentra allí, en un pasillo desconocido lleno de fotos de gente que viste la misma camiseta y besan el mismo trofeo. ¿Acaso ese club tiene títulos? Debió haber prestado más atención cuando Dominique le hablaba sobre fútbol. A ella no le importaba la historia, sino jugar con él y festejarle los goles en la cara, porque era muy gruñón.

Probablemente esté yendo por el lado equivocado pero no se detiene porque puede ver por un ventanal el campo de juego.

—No puede ser tan difícil…

Da la vuelta esta vez con más velocidad, tampoco quiere cruzarse a nadie y que le pregunten por qué está allí.

El trofeo le dice adiós cuando regresa a la sala principal, y en esta ocasión, ve a un muchacho con un bolso en la mano dirigiéndose hacia su izquierda. Él no la ve ya que va a unos cuantos pasos de distancia, pero parece ser un futbolista, y Linda lo sigue en silencio. Sólo espera que caras conocidas asomen pronto porque de lo contrario, se irá corriendo.

El joven ingresa por una puerta doble y esta rechina cuando la cierra detrás de él. La rubia se detiene y se rinde; llamará a Zack.

Saca el móvil de su bolsillo y busca entre sus contactos, no se mueve de ahí cuando lleva el aparato a su oreja y espera. Intenta espiar por la pequeña ventana que tiene la puerta, pero está empañada, no puede ver nada.

—¿Linda?

—¡Zack! Ya estoy aquí, pero no se por donde ir.

—Espérame afuera, iré a buscarte.

Asiente aunque él no pueda verla y cuelga, pero cuando vuelve a guardar su móvil se espanta, porque la puerta frente a ella se abre abruptamente.

—Ya regre…so.

Y caen. Caen al suelo.

Zack la mira atónito, y Linda se queda muy quieta debajo de él, mirándolo con los ojos muy abiertos. Oye murmullos y desvía la mirada por detrás de la cabeza del castaño. Allí, asoman más chicos que miran expectantes, algunos sonriendo con gracia, otros confundidos.

—Parece que ya la encontraste, Rice.

Willis, ese es Willis.

—Mhm, parece que si… —concuerda, algo nervioso—. Déjame ayudarte.

—Solo espero que mi cámara esté bien, porque sino…

Un retrato de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora