3 | La fotógrafa

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Zack

Espera a que la luz del semáforo se vuelva verdosa para poder cruzar la calle. Hay un coche esperando, una mujer observa fijamente la carretera desde la otra esquina, espera lo mismo que él, pero se queda atrás cuando Zack pisa el césped de la calle siguiente, y sigue con su camino.

Sus manos están frías, no hay viento. Va sereno, intentando recolectar la mayor cantidad de momentos posibles, no olvida nada.

Ella se ve tan deslumbrante cuando sonríe…

No niega que le da curiosidad. Su actitud, sus formas.

A la vista, es una chica bien vestida, con su chaqueta rebelde y sus botas altas. Con ese collar que se cubre con su camiseta con cuello alto. Completamente diferente a como vestía la primera vez.

Es innovadora.

Mientras observa sus zapatillas blancas, rememora ese abrazo. Él sólo intentaba ayudarla, no dejarla caer, evitar que se lastimara por dar un mal paso.

Le temió a lo indebido. Él sabía que eso iba a pasar, cuando divisó aquella roca y su pie distraído. Iba a caerse, y no quería tocarla sin que lo aprobara, no quería asustarla ni ver una mala reacción. Sin embargo, cuando estuvo a punto de perder la cercanía, no dudó.

Y Linda, en lugar de recriminarle, o tomar distancia, como ya había echo al salir del local, se mantuvo entre sus brazos.

Zack sintió su corazón latir, ese bello sonido que solo podía escuchar su pecho. Percibió su respiración, se mezclaba con el aire.

Le agradó esa sensación. Y le preocupó. Linda no dudó en aferrarse a él, como si necesitara ese calor, esa compañía. Y sus nervios no fueron una distracción, él se dio cuenta de que ella no estaba del todo bien.

Sus ojos brillando y no por la emoción, cuando le pidió disculpas por aquella tontería. Solo quería decirle que incluso a punto de derramar lágrimas se veía hermosa, y, que su hombro estaba dispuesto a servir como almohada si ella quería hablar por horas y horas.

Pero apenas se conocen, y ella es precavida, no quiere forzar las cosas.

Observa a la luna, no está completa pero si brilla mucho.

Lleva sus manos a su rostro, ansioso. Y de su bolsillo saca una caja de cigarros. Aunque se contenga, no puede dejarlo. Cabe recalcar que ha disminuido su consumo, solo fuma cuando está nervioso, o se siente alterado.

Cuando está en casa lo deja, lo evita. Se entretiene con el balón, y ejercicios. El entrenador le dejó en claro que debe olvidarlo si quiere continuar en el equipo, dado que, necesita tener sus pulmones sanos.

Pero ahora, a pesar de haber tenido una linda velada, su mente sigue corriendo. Su esfuerzo es notable pero desde afuera no hay llamadas. Hace años está en el club de la ciudad, pero ya es mayor, es hora de cambiar de nivel, quiere crecer como profesional.

Sin embargo, ninguna oferta aparece y eso lo irrita. Su autoestima recae, y deja de escuchar los ánimos de sus compañeros, diciéndole que tenga paciencia, que él es realmente bueno en el fútbol.

Suelta el humo con desdén, a veces también se le olvida que se prometió a sí mismo ser perseverante.

Su móvil vibra, el rostro de Leslie se muestra en la pantalla. Sonríe al notar que ella cambió su fotografía recientemente y ahora aparece de frente, con su cabello oscuro suelto, rozando sus mejillas, y hay un atisbo de sonrisa en sus labios.

Un retrato de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora