Linda
Se recuesta en el sofá, soltando todo el aire que sus pulmones lograron atrapar. Su cabeza duele, sus ojos pican. A pesar de que, sus ánimos al estar con Zack subieron, en cuestión de minutos, al hallarse sola otra vez, vuelven a caer.
Como una montaña rusa de emociones.
La copa de vino yace vacía entre sus piernas, no le llevó mucho tiempo terminarla, teniendo en cuenta su estado. Mira su móvil, tiene un mensaje de Sussy avisándole que esa noche se quedará en el orfanato, ya que le toca hacer guardia. Lo deja a un lado y observa la sala. La mesa en la que generalmente almuerzan y cenan sigue intacta, pero le llama la atención un abrigo que descansa sobre el respaldo de una de sus sillas.
Frunce el ceño al recordar las palabras del castaño, y se levanta apresurada para revisar los bolsillos de esa chaqueta. Trastabilla dos veces, y ríe por lo bajo. Golpea su frente al tomar el papel que antes había guardado, y regresa al sofá dando un salto que la marea.
¿Cómo pudo olvidarlo?
Así que fue él quién le tiró ese mensaje… estaba tan nerviosa que ni siquiera volteó para encontrar al culpable en aquel momento.
Suspira, y descubre la nota. La tinta se deslizó por la áspera servilleta blanca. Sonríe cuando lee la letra que es bastante decente, y no le sorprende. Aunque, quizás, sea por el alcohol que no le permite ver con claridad.
«¿Quién soy?».
Y debajo, hay un número telefónico.
Con sus dedos temblorosos, registra su contacto, pero no lo llama, no le escribe. Su mente divaga, y se vuelve un mar, que desemboca en un recuerdo no tan grato.
Lleva sus manos a su cabeza, y cierra sus ojos, rendida.
—¿Quién soy…?
Un cosquilleo se plantó en su estómago, cubrió esos dedos con los suyos, su sonrisa atontada no se podía ver ya que estaba de espaldas a él.
—No lo sé…
—Pista número uno: Te gustan mis ojos color cielo.
Ríe por lo bajo, destapando su vista para darse la vuelta. Pero vuelve a estar a oscuras, ya que él no se lo permite.
—No te di permiso para hacer eso… tienes que decir quién soy.
—Dime algo más —pidió.
—Pista número dos: Soy tu instructor de fechorías.
—¿Dominique? —preguntó, a modo de juego.
Frunció el ceño cuando ya no sintió esa presión. Se molestó de inmediato cuando vio que los cristales de sus gafas estaban totalmente sucios, y esas manchas provocaban que se formaran pequeñas lágrimas en sus párpados inferiores.
—¿Qué? —interrogó, al verlo bajar la mirada al suelo.
Se quitó las gafas y dio un paso hacia Víctor, él interpuso su mano entre ambos. ¿Estaba molesto? Una sonrisa se formó en sus labios, y eso no pasó desapercibido para su novio.
—No es divertido.
—Sí, lo es.
Intentó tomar su brazo pero no pudo. Toda la gracia se esfumó al ver sus ojos, y sus puños formados.
—¿Por qué? ¿Te ríes de mi?
—No —respondió, irritada—. No te comportes como un idiota.
ESTÁS LEYENDO
Un retrato de nosotros
Teen FictionVer nuestros reflejos suele ser algo etéreo, como un suspirar. Retratar nuestros rostros un recuerdo, que no se borrará. Linda ama enmarcar, capturar, fotografiar... Zack ama marcar, esquivar, jugar... Ella sonríe poco, y no suele retraer. Él ríe d...