Zack
Cuando ingresa a su casa, se quita la chaqueta y la deja en el perchero de la entrada. La luz está encendida, así que husmea asomando la cabeza para ver quién está en la cocina. Sonríe al ver a Leslie allí, sentada con un bote de cereales en la mesa, y con el móvil en su mano libre. Cuando ella se percata de su presencia, lo saluda con un asentimiento para luego señalar su postre improvisado. Zack acepta la invitación y se sienta a su lado pero, sobre la mesa de madera.
—Mamá me dijo que te fue genial —comenta—, y papá llegó saltando de alegría, así que, felicidades.
Sonríe inevitablemente, sintiendo orgullo.
—Gracias, Lee.
—Hubiera ido si no tuviera que trabajar. El imbécil de mi compañero metió la pata y tuve que pagar por él.
—Lo sé, no pasa nada. ¿Quieres que lo haga echar? Ya sabes… podría ir y quejarme, o hacer que me tire algo encima…
Logra sacarle una carcajada a su hermana y le arrebata un puñado de cereales para luego arrojarlos en su boca. Leslie niega con la cabeza, mirándolo con curiosidad.
—Mamá también me dijo que saliste corriendo después de los festejos —prosigue, cruzándose de brazos—. ¿A dónde fuiste?
Recordar ese momento le causa escalofríos. Es una sensación cálida y fría a la vez, su estómago se encoge, sin embargo, no puede evitar que esa sonrisa se muestre en su rostro, a la par de esa fina capa de humedad en su mirada que, desde fuera puede denotar un brillo más allá de una lágrima. Traga saliva y mantiene su enfoque en la ventana.
—Tenía que pensar.
Leslie se toma unos segundos para responder.
—Creí que ese momento no podías pensar, después de todo, todo llega después de ese estallido de alegría. ¿No estabas eufórico?
—Sí, claro que sí —afirma, mirándola a los ojos—. Pero Linda estaba ahí y…
Calla, calla porque no sabe cómo expresarse. No quiere recordar lo que sintió, solo repetirse internamente que todo aquello fue un malentendido, y lo que sí fue real fue aquel beso, aquellas palabras que compartieron. Esa sensación en el pecho.
—¿Pudieron hablar?
Enarca una ceja, y luego sonríe cuando capta que su hermana sabe lo que ha pasado entre ellos dos.
—No voy a volver a contarle nada a mamá. ¡Es una chismosa!
—No fue de mala, solo quería que yo pudiera ayudarte si ella no estaba.
Por un lado lo agradece, y lo deja pasar. De algún modo le facilitó las cosas. Deja escapar un suspiro y permite que sus pies toquen el suelo. Apoya su espalda en la mesa y vuelve a ver las nubes azuladas a través del cristal. Escucha el crujido de los cereales y relame sus labios.
—Se lo dije, Lee. Le dije lo que siento.
—¿Y cómo te sientes?
Se miran, ella con una sonrisa amena. Él, con una sonrisa plena.
—Me siento bien.
Parece comprender al instante. Sobran las palabras cuando su expresión lo dice todo, cuando sus gestos lo delatan y ríe por lo bajo sin poder evitarlo. Porque se siente realmente agradable ese sentimiento.
Leslie se levanta tan repentinamente que la silla en donde estaba sentada tambalea, pero no se inmuta por el golpe, tampoco por el roce en su rodilla, solo se abalanza sobre él. Y Zack la recibe amoroso, rodeando su espalda con sus brazos, sintiendo el aroma de su cabello, el calor de sus manos sobre su cuello. Esa cercanía familiar que a veces pasa desapercibida. Ese cariño que no puede compararse. La abraza con ternura, oyendo sus latidos que traspasan la tela, y cuando ella se separa un poco para verlo, él deja un beso sobre su frente.
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Un retrato de nosotros
Novela JuvenilVer nuestros reflejos suele ser algo etéreo, como un suspirar. Retratar nuestros rostros un recuerdo, que no se borrará. Linda ama enmarcar, capturar, fotografiar... Zack ama marcar, esquivar, jugar... Ella sonríe poco, y no suele retraer. Él ríe d...