Zack
No logra sacar de su mente la sonrisa de esa niña cuando lo abrazó.
No logra borrar ese corto beso en sus labios por parte de Linda.
No es capaz de alejar por un momento lo que ha pasado, y la manera tan madura con la que ha sobrellevado la situación. De verdad hizo lo que sentía, y esa lágrima que atentaba con salir, era sumamente real y sincera.
Nunca creyó siquiera estar cerca de tener un rol así. Por más que sea algo de palabra, ya le ha prometido a Irene cuidarla como un padre de corazón. Y por más que no tenga ni idea de como hacerse cargo de una niña, lo hará, y más que nada porque sí que sabe lo que significa ser un amigo y estar ahí incondicionalmente.
En ese sentido admira mucho a Linda. Ella ha cuidado de una bebé cuando era muy joven y la ha criado a medida que crecían juntas. ¿Qué otra cosa podría hacer para demostrarle su apoyo que, ser una mano que puede sostenerlas a ambas? Incluso, sabiendo que son lo suficientemente fuertes para mantenerse por ellas mismas.
Él quiere regalarles un poco más de amor.
Sonríe cuando se detiene frente a un semáforo. Ya anochece y el sol se esconde y puede observar a lo lejos la casa de Alex. La tarde de confesiones y emociones encontradas solo ha sido una introducción inesperada ante una cena con sorpresa incluida. Le dirá a sus amigos que lo han estado viendo y han preguntado por él. A pesar de no tener una respuesta definitiva, no sabe por qué presiente que todo saldrá bien.
Su pecho se lo confirma, y su autoestima que se ha incrementado poco a poco, en lugar de desganos solo grita por entusiasmo. Y con él, revuelve en su riñonera en busca de esa pequeña caja de cigarros, está casi llena. Deja de caminar cuando se topa con un tarro de basura, mira con detenimiento lo que tiene en la mano y apreta los labios.
Nunca le ha gustado fumar, hace poco tiempo que consume y fue un impulso estúpido comprar la primera caja, lo ha intentado pero no le encontraba el placer, sigue sin hallarlo. El humo sólo calmaba sus ansias. La primera pitada lo dejó asqueado, luego se acostumbró. Tener ese sabor amargo en la boca y ver el humo envolverlo y mutar con su perfume, lo hacía perderse un poco más en la frustración. Sin embargo, esa desesperada forma de enfrentar sus inseguridades, sólo lo afectaban un poco más porque nunca se lo contó a nadie, lo mantenía oculto. Ni siquiera era para llamar la atención, solo buscaba calmar. Uno al dia, a veces dos por la ansiedad. Cuando sentia sus piernas pesadas, se asustaba y se arrepentía. Detestaba el olor que quedaba en sus manos y en su ropa, por eso llevaba colonia consigo todo el tiempo. Se agradece a si mismo por no volverlo un vicio. La pura verdad es que a lo largo de su corta etapa de fumador precoz, ha notado que no lo necesita para nada, nunca lo necesitó ni lo necesitará.
Solo fue una perdida de tiempo ensuciando sus pulmones y desarrollando una sensación repulsiva hacia ellos.
—Gracias por nada.
Murmura, casi con enfado. Arroja los cigarros allí y esconde sus manos en los bolsillos de su pantalón corto. Suelta el aire contenido seguro de lo que acaba de hacer, y contento por su decisión.
Todo mejora.
A medida que se acerca, puede escuchar las voces de sus amigos. Menos mal que los padres de Alex siempre salen a comer cada vez que él los invita, de lo contrario, no podrían dormir cómodamente por los murmullos.
Sonriente, golpea dos veces la puerta y husmea por la ventana. Cuando todas las miradas se hallan sobre él, Damon corre hasta la entrada para recibirlo.
—¡Al fin! Ya teníamos hambre.
—A mi también me alegra verte, eh.
—Nos vemos todos los días, no seas empalagoso.
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Un retrato de nosotros
Novela JuvenilVer nuestros reflejos suele ser algo etéreo, como un suspirar. Retratar nuestros rostros un recuerdo, que no se borrará. Linda ama enmarcar, capturar, fotografiar... Zack ama marcar, esquivar, jugar... Ella sonríe poco, y no suele retraer. Él ríe d...