Linda
—Con que tú eres quien hace maravillas.
Alza la vista que se posaba en su cámara para verlo. Lo observa detenidamente, él sonríe mientras sus dedos juegan con las tiras del moño que antes decoraban su cuello.
Intenta devolverle esa sonrisa pero no está con ánimos. Ese pequeño intercambio de palabras con su compañero la afectó. Y no es que le importe mucho lo que él piensa, pero debe preocuparse por las posibles consecuencias.
Joseph se marchó dejándole una mirada amenazante, quizás, dando a entender que luego hablarían sobre lo sucedido, o, poniendo sobre la mesa una advertencia.
No quería preocuparse de más, ni enojarse, y las risas de los chicos la calmaron un poco. Ellos se marcharon y no supo en qué momento, pero en un pestañeo se halló a solas con el chico que ya no tiene su ojo morado. Y, lleva su saco desprendido, dejando ver una camisa celeste, con los primeros botones sueltos, y en lugar de zapatos de cuero, calza unas bonitas zapatillas blancas.
—No exageres —pide, intentando animarse.
Él niega con su cabeza y mira a su alrededor, ya no hay muchas personas en el lugar comparándolo con el inicio del festejo. Linda, devuelve su atención a la cámara, está revisando las fotografías. Salieron bien, y considera que con edición quedarán mucho mejor.
¿Lograrán ser favoritas? Ella cree que sí.
Frunce el ceño al sentir una brisa cálida acercarse, una colonia la envuelve y contiene la respiración. Sobre su hombro, Zack, se recuesta, y su pecho se acopla a la espalda de Linda, provocando que a ella se le aceleren las pulsaciones.
—Esa me gusta —murmura, señalando en la pantalla una imagen de su propio rostro.
—Adoro tu humildad —ironiza, alejando un poco su cara para verlo.
—Me alegra que adores algo de mí.
Aprecia tener una fuerza de voluntad desarrollada, porque de lo contrario, el aparato que lleva entre sus manos se habría caído al suelo.
Al igual que su mínima confianza en sí misma.
Traga saliva bruscamente y sabe que él lo nota, ya que una sonrisa complacida se asoma en sus labios. Aún están cerca, y parece que el castaño no quiere apartarse.
Linda se obliga a salir de su estado delicado, no brotan palabras de su boca. Eso la altera, no le gusta verse frágil, y en ese instante, lo resuelve.
—Yo no he dicho eso.
Da un paso hacia el frente, al voltear lo mira, ahora puede respirar mejor y el calor en sus mejillas va menguando.
—Para mí sí.
—Para mí no.
—Para mi…
—¡No te escucho! —suelta, cubriendo sus oídos y sacando la lengua.
Linda sonríe ante su gesto infantil. Hay algo en ese chico que la calma, como si su mera presencia coloreara el paisaje.
—¿No me oyes? —reta, alzando una ceja—. Que alivio, ahora puedo decir que…
Zack destapa sus orejas, y se Inclina un poco para escuchar con claridad. Linda al verlo, calla. Frunce el ceño y arruga su nariz, mostrando disconformidad. De inmediato, él vuelve a su actuación, y ella asiente conforme.
—Iba a decir que tú…
Se detiene, pero está vez no es a causa del joven, o quizás tenga cierta influencia. Linda comienza a reír, por lo bajo, y Zack abre sus ojos para apreciarla. Ella cubre sus labios con la palma de su mano al ver como esta vez, es él quien niega en desaprobación.
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Un retrato de nosotros
Novela JuvenilVer nuestros reflejos suele ser algo etéreo, como un suspirar. Retratar nuestros rostros un recuerdo, que no se borrará. Linda ama enmarcar, capturar, fotografiar... Zack ama marcar, esquivar, jugar... Ella sonríe poco, y no suele retraer. Él ríe d...