14 | Encantar lo encantador

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Zack

Se siente desvanecer.


Esa dulce voz, seca y en tono bajo, le está diciendo lo que en sueños imaginaba.

«Me encantas».

Es increíble como esa chica con carácter fuerte e instinto protector; la misma que podría darle una paliza a alguien con tal de defender a una niña, a sus amigos, sus creencias y valores, sea la misma que da cortos saltos cual pequeña entusiasmada luego de decirle que le gusta.

Le gusta.

Y le resulta emocionante poder provocarle eso. Podría caer de rodillas al suelo si no lo estuviera aprisionando con sus delgados brazos.

Quién diría que su físico no soportaría el peso del amor que se aferra a su pecho.

Son muchas emociones juntas.

Se enfoca en ese color verdoso, como el césped, como la naturaleza. Y es que ella es tan natural… tan exótica que lo deslumbra. Quizás sea por eso que cayó en el primer momento.

Y ahora que sabe que es correspondido… no se arrepiente de haberse sentido en el vacío. Porque aquella oscuridad se volvió arcoíris, y solo puede sonreír al sentirse tan ridículo.

Sufrir por amor y renacer por amor.

—Me has hecho sufrir, eh.

Bromea para aliviar la tensión, solo quiere abrazarla y sentir su aroma, su fragancia es dulce y lo envuelve, lo marea y lo disfruta. Ella sonríe plenamente, nunca la había visto así.

Y es que, se siente el más afortunado de ver esa imagen.
La guardará por siempre en su memoria.

—Para que valga la pena.

Alza una ceja y ella esconde su rostro en su pecho porque comienza a ruborizarse. ¡Qué descarada!

—Mentirosa.

La escucha reír y la acompaña, deja un beso sobre su cabeza, un gesto tan dulce y espontáneo… lo asimila cuando ella lo mira de repente y se congela. Están frente a frente, sus rostros alineados a pesar de que ella es unos centímetros más alta que él. Alza su mano y acomoda su cabello, dejando un mechón detrás de su oreja, ella hace lo mismo, pero recorriendo su mejilla. Sus manos frías impactan sobre su piel ardiente, pero nada se compara con el temblor en su pulgar cuando recorre el mentón de la rubia y esta sigue el recorrido dejando que la caricia se extienda.

Justo lo que hizo aquella vez en su pierna.

—Nunca quise hacerte daño… solo me di cuenta tarde de lo que sentía.

Asiente para tranquilizarla, puede sentir el respirar de Linda sobre su rostro, ella se ha acercado, y sus narices se rozan.

Nunca había sentido algo así. Tal vez es aquello que todos dicen sentir cuando están enamorados. Pero, ¿todos sentimos de la misma manera? Presiente que, él lo siente más profundo, por su recorrido lleno de baches. Aunque no cambiaría nada, las experiencias, los dolores… lo hacen todo más fuerte. Vale la pena, porque ahora todo lo malo se mezcla, y el alivio es gigante.

Un retrato de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora