Capítulo 31

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-¿Cómo que cante contigo?- dije yo mientras sonreía.


-Dime tú como.


-No te entiendo.


-Déjalo.


Seguimos andando, no sabíamos la hora ni nos preocupaba, no teníamos ningún plan, así que estábamos dispuestos a lo que se presentara.

Un ruido fuerte se oía a lo lejos, unas luces salían de una especie de local o casa, no sabíamos que era. Nos acercamos, y, en frente nuestra, un establecimiento donde arriba había un cartel donde ponía "KARAOKE".

Nos miramos el uno al otro y esbozando una sonrisa nos decidimos a entrar.

Todo el mundo nos miraba, con un vaso de tubo e la mano, algunos borrachos, otro alegres, otros dormidos.

Una chica se nos acercó y nos dijo:


-¡Bienvenidos, soy Lara! Seguro que os gusta cantar, para algo habéis entrado, ¿no?


-Claro que nos gusta, es más, estábamos buscando uno.-dijo Alfred.


-Perfecto, venid, que os invito a algo.- dijo muy simpática la chica.


Esta caminó hacia la barra y yo me quedé atrás para hablar con Alfred.


-Mentiroso.-susurré.


-¿Yo mentiroso? Eras tú la que tenía unas ganas de cantar locas.


-Si, yo... sabes que soy muy tímida y no conozco a nadie aquí.


-Me conoces a mí, ¿que mas te hace falta? Además, con la copa que te vas a tomar ahora se te quita la vergüenza, verás.


-No voy a beber alcohol.


-Haz lo que quieras.


Llegamos a la barra, aquella chica no tenía mucho mas de dos años más que yo, nos pidió dos Gin Tonic sin preguntar y el camarero realizó su orden y nos puso las dos copas en la encimera de la barra. Miré extrañada y con repugnancia, pero Alfred la cogió y me la puso en la boca, obligándome a tragar.


-¡¿QUÉ HACES?!- grité una vez había pasado la bebida por mi garganta.


-Oh la niña de papá tendrá 45 años y no habrá probado el alcohol, no pasa nada por que te bebas una copa un día, mientras no te emborraches...- dijo Alfred riéndose.


-Si, si pasa, bueno... no, en verdad no el tan malo, tengo dieciséis años ya, puedo bebérmela.


-Claro que si, yo solo me llevo unos cuantos de meses contigo y no me pasa nada por beber una noche, y menos en Navidad.


Cogí mi copa y empecé a bebérmela muy lentamente, pero en solos tres o cuatro tragos ya se me había quitado la timidez y le pedí una canción al DJ o lo fuera para cantarla con mi hermano.

Stormy WeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora